Alguna vez ha pensado qué tienen en común Warren Buffett, Al Gore y Larry Page? Simple. Son íconos. Son líderes. Y son introvertidos.
La introversión es vista con recelo en una sociedad que valora más la expresividad o el ser sociable. “Hasta cierto punto prevalece la idea de que un ejecutivo exitoso es aquel que es carismático y extrovertido. Nos lo enseñan desde niños. En cualquier programa, libro o película el protagonista lo es. Pues, ¿podríamos sentirnos atraídos si el personaje prefiriese reflexionar sobre sus emociones o estar en solitario?”
Con esas palabras, Rodrigo Escudero, manager de Michael Page Perú, estima que se suele considerar al introvertido como alguien débil o en desventaja. Y, de hecho, en algunas áreas esa característica de la personalidad tiende a reprimirse. “Muchas organizaciones son las que prefieren contratar talentos con cierto grado de extroversión porque generan más impacto”, dice Sandra Cubas, directora de CL Selection.
El panorama ha sido analizado por la escritora Susan Cain, quien hace un llamado para replantear un modelo de sociedad que valora a los más expresivos y estigmatiza a los más reservados. “Nuestras instituciones más importantes están diseñadas para extrovertidos (…) Tenemos un desperdicio de talento”.
Derribando mitos
En un contexto en que priman los estereotipos, Escudero procura derribarlos: una persona introvertida no es tímida, tampoco teme compartir sus ideas. Suele reflexionar antes de hablar, concentrarse más en sí mismo que en los demás.
De esa manera, coinciden los expertos, los introvertidos gozan de características innatas que pueden ayudarles a lo largo de sus carreras: dominan el arte de la escucha activa (un punto a favor si deben sentarse a negociar con algún cliente), son planificadores cuidadosos, estratégicos, agudos en su análisis, por ende, buenos líderes (distintos estudios revelan que se enfrentan mejor que sus contrarios a entornos caóticos), y altamente empáticos.
El punto es que requieren hacer más visible sus capacidades, tomando crédito por su trabajo, pero sobre todo luchando contra el sesgo cultural sobre ellos.
Una manera de lograrlo es preparándose con anticipación para disminuir el tiempo que reflexionan antes de emitir un juicio, sobre todo, si están en una entrevista laboral; o reforzando relaciones con las personas a las que conocen para que estas sean a su vez las que los presenten a otras, en caso de que la intención sea nutrir la red de contactos.