La Paz (AFP).- “El Dakar trajo la lluvia que tanto esperábamos”, comenta irónico un joven aficionado enfundado en un ponchillo plástico que busca guarecerse del temporal cerca del escenario donde este domingo los bolivianos siguen la fiesta por el rally que llegó un día antes a La Paz.
El joven hacía alusión a la inoportuna lluvia que obligó a suspender la sexta etapa del Dakar-2017 y a la fuerte sequía que provoca racionamientos de agua en La Paz.
A raíz de esta escasez de agua grupos de la población protestaron contra el Dakar cuando los competidores arribaban el sábado en medio de una multitudinaria recepción a lo largo de al menos 30 kilómetros.
A pesar del mal tiempo y la lluvia, Rodrigo, de 25 años, sigue este domingo, junto a varios muchachos, el ritmo de Atajo, el grupo musical de moda, en una tarima cubierta ubicada en Irpavi, en el sur de La Paz, adonde llegarán en breve los bolivianos que aún están en liza en este Dakar-2017, considerado el más duro desde que se comenzó a correr hace ocho años en Sudamérica.
Desde el lugar, aledaño a la estación de teleférico, poco se puede ver de los trabajos que a contrarreloj seguramente realizan los mecánicos. El vivac del Dakar, ubicado en la escuela militar cercana, está fuertemente custodiado.
Dentro del campamento, “conviven todos los competidores” y sus colaboradores, además del personal de la organización, “sumando al número de entre 2,500 y 3,000 personas en total”, grafica Tomas Cerf Maier, jefe de logística de la organización, a periodistas.
En una batalla personal contra el sueño y el cansancio, los pilotos se dan modos para prepararse. “Vamos a repasar la última etapa en la altura (de Bolivia) y luego nos volvemos al llano para sacar ventaja”, le dijo el piloto paraguayo Nelson Sanabria a la revista deportiva Marcas, de La Razón.
Entre medioambiente y política
Sacándole punta al paso del Dakar por Bolivia, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, aguijoneó: “Los grandes éxitos de decisiones políticas tienen que ver con decisiones de alcance estratégico por parte del presidente (Evo Morales), es una decisión que tiene un altísimo valor no solamente político para el país, turístico y de otra índole”.
En la acera de enfrente, el líder opositor Samuel Doria Medina, consideró que las “protestas (al paso del Dakar) por la falta de agua se hicieron escuchar en La Paz. La gente le perdió el miedo (a Morales)”, que gobierna el país desde 2006, y pretende reelegirse por cuarta vez hasta 2025.
Activistas ambientales, políticos de oposición de derecha e izquierda, protestaron contra el Dakar. “Es un gasto de dinero, cuando tenemos otras necesidades más importantes”, dijo el dirigente del magisterio, José Luis Álvarez, militante del trotskismo boliviano.
Las personas que forman “este grupículo son mentirosas, hipócritas, de doble moral, hace una semana estaban dando duro contra el Dakar y hoy día terminaron felicitando a los del Dakar, estos (activistas) son impresentables moralmente y políticamente”, reaccionó Quintana.
Mientras La Paz se entregaba al lluvioso descanso dominical, la empresa estatal del Teleférico continuaba con la fiesta en las puertas del vivac. Desfile de moda de vestimenta indígena, grupos musicales y la presencia de los competidores bolivianos, eran los atractivos. El motorista Juan Carlos ‘Chavo’ Salvatierra y el ganador de cuatriciclos en la cuarta etapa, Wálter Nosciglia, eran los ídolos.
A pesar del presagio de lluvia, está garantizado el reinicio el lunes de la séptima etapa desde La Paz, en dirección sur, hacia Uyuni, para luego volver a ingresar a territorio argentino, según los organizadores. El temporal había obligado el sábado a la suspensión de la sexta etapa.
Luego de una semana de dura competición, el inglés Sam Sunderland marcha primero en motos, el francés Simon Vltse en cuatriciclos, su compatriota Stephane Peterhansel en autos y el holandés Gerard De Rooy en camiones.