El poder y el misterio siempre han envuelto a Roman Abramovich . A sus 36 años, compró un Chelsea casi en ruinas por US$ 200 millones y, entre el 2001 y el 2008, gobernó el distrito ruso de Chukotka. Pero estos puestos cubrieron solo un porcentaje de sus facturas. El resto de dinero y su procedencia continúan siendo incógnitas.
Sin embargo, entre los datos revelados sobre su vida, se sabe que el hoy multimillonario quedó huérfano a los cuatro años, por lo que fue a vivir a Komi, en Siria, con un tío que trabajaba en una industria petrolera . Gracias a él, Abramovich empezó a relacionarse con dicho sector que, tiempo después, llenaría sus bolsillos.
A mediados de los años 80, estudió en el Instituto Gubkin de Petróleo y Gas de Moscú, aunque no se sabe con precisión qué carrera eligió.
Por esos años, hizo sus pininos en los negocios con el comercio de patos de goma con el respaldo de sus suegros, los padres de Olga Lysova, su primera esposa (luego contrajo matrimonio con Irina Malandina, con quien tuvo cinco hijos y cuyo divorcio le costó más de US$ 300 millones).
Con el tiempo, incursionó en todo tipo de comercio: el de los neumáticos, el del caucho, granjas de cerdos, guardaespaldas, fabricación de muñecas, entre otros.
En todos le fue bien, pero su mina de oro empezó al asociarse con el empresario ruso Boris Berezovsky, quien falleció hace casi dos años bajo extrañas condiciones. Ambos consiguieron que el gobierno de su país entonces presidido por Borís Yeltsin les vendiera a US$ 110 millones la empresa petrolera Sibneft, con la que multiplicaron su fortuna. Así, Abramovich se animó a apostar también por Aeroflot, el sector de aluminio y hasta en pequeñas acciones de canales rusos de TV.
Ya en el 2003, con privilegiadas relaciones en el poder de su país, logró comprar el Chelsea, incluyendo los casi US$ 115 millones de deudas. Y apenas llegó, invirtió US$ 195 millones para reforzar el equipo, frente a los US$ 3 millones y medio que se gastaron en la temporada pasada.
Lujos materiales
Hace un tiempo, Abramovich hizo pública la lista de sus propiedades. Hasta entonces, el ruso ostentaba 22 cuentas bancarias y más de US$ 33 millones en acciones.
Además, reportó 16 viviendas, nueve de ellas mansiones (en Rusia, Europa, Estados Unidos y el Caribe) y un castillo.
Incluso, la prensa rusa asegura que el dueño del Chelsea cuenta con varios yates de lujo, un Airbus A380 (con capacidad para más de 800 pasajeros) y helicópteros privados.
Su última compra la hizo hace apenas una semana: adquirió el 24% de las acciones del primer canal de la televisión pública de Rusia, el de mayor audiencia. Las arcas y los negocios de Roman Abramovich no tienen límites.