En un viaje de negocios por Sudamérica hace unos años, la colaboradora de Forbes Lady Barbara estaba, naturalmente, muy interesada no solo en las fábricas que visitaría y la estrategia que estaba formulando, sino también en las comidas que iba a probar.

“Y sí que comimos bien. En Chile y Ecuador la cocina local estuvo interesante y muy bien preparada, pero fue en Perú donde realmente nos sacamos la lotería con una cena que estuvo llena de sazón y nuevos sabores”, comenta Barbara en su artículo Lovely, Lively Lima.

Teniendo eso en mente, durante mucho tiempo Barbara estuvo planeando ir al restaurante peruano Lima en Londres. “Un amigo español del Instituto Lauder de Wharton me había dicho que Lima era el lugar perfecto, sin embargo yo estaba esperando que llegue el momento indicado y la compañía perfecta”, menciona.

A continuación, la experiencia culinaria vivida por Lady Barbara en el famoso restaurante de Virgilio Martinez.

Un sábado, después de un largo día de trabajo, tuve el placer de cenar con mi hijo, que también había estado trabajando todo el día en la firma de capital riesgo que había creado recientemente con unos amigos.

El restaurante es pequeño y está cerca de muchos otros buenos restaurantes en Fitzrovia. Cuenta con una decoración rústica agradable, que no daba ningún indicio de los júbilos culinarios que se avecinaban. El personal de Lima fue amable y muy servicial, y nos explicaron en detalle el menú, lo que nos ayudó a probar muchos de sus fascinantes platos.

Resulta que durante años de migración de ciudadanos europeos y asiáticos hacia el Perú, ellos llevaron consigo sus tradiciones y técnicas, que cuando se mezclaron con la cocina local, crearon la gastronomía peruana de hoy en día y que todo el mundo habla.

El chef ejecutivo de Lima es Virgilio Martínez Véliz, quien también está a cargo del galardonado Central Restaurante en la capital peruana de Lima. En el 2014, Martinez recibió una estrella Michelin por el restaurante Lima en Londres.

Con todos estos antecedentes, vamos a la comida. Como aperitivo, y aunque solo éramos dos, no pudimos resistirnos a probar cuatro platos y todos estuvieron excelentes. El pulpo al olivo, que era pulpo cocido con quinua blanca y aceitunas de botija, fue maravilloso con nuevos y diferentes sabores y texturas.

En general, me encanta el ceviche, y la versión de Lima de besugo con leche de tigre, camote, cebolla roja y cancha fue el mejor que he probado. El atún Nikkei era también un tipo de ceviche de atún aleta amarilla, hinojo marino y rábano orgánico, y fue otro increíble estilo de ceviche.

Por último, pero no menos importante, la huancaína con filete de lomo incluía un lomo de ternera con cilantro y berro en una salsa de ají amarillo. Era increíblemente sabroso y diferente: una rebanada en rodajas finas del cielo para los amantes de la carne.

Seguimos satisfaciendo nuestro paladar hasta que llego el turno de los platos principales. Aquí también no escatimamos en nuestra orden–es que todo parecía tan bueno que el hecho de resistirnos no estaba en el menú.

El plato más increíble fue el paiche –un pescado proveniente del Río Amazonas en mantequilla de algas y acompañado de otros ingredientes como el achiote, la kiwicha blanca y el cacao.

Este magnífico pescado fue preparado en una salsa de chocolate, rebosante de nuevos e inusuales sabores, tan exótico que me faltan palabras para describirlo –por lo que usted tendrá que ir y probarlo por sí mismo.

Si llega a ir, no se pierda el ceviche de salmón con majado de plátano, ají limo, pimienta y jengibre, ni tampoco el lechón con maíz gigante y pimiento piquillo, o la pachamanca de ternera con quinua negra salvaje (¿Quién diría que la quinua viene en dos colores?), maíz cancha, leche de vaca y jugo de Ají panca.

Aunque no lo crea, comimos todos estos platos que suenan y saben deliciosos, llenos de ingredientes de los que nunca había oído hablar, y sabores que solo había soñado.

Me había enamorado de Lima, incluso antes del maravilloso postre de alfajores de dulce de leche. El dulce de leche es mi recuerdo favorito de América del Sur, y porque me encanta el caramelo, este topping de caramelo con encantadores alfajores y helados peruanos, era la manera perfecta de terminar una comida más que perfecta.

Lima es extraordinario: la gente es encantadora, los precios son razonables, y la cocina es apasionada y personal – es realmente la perfección. Quiero volver tan pronto como pueda para probar todo lo demás en el menú. Comer en Lima es como un crucero culinario desde los Andes hasta el Amazonas, y ¿qué podría ser más emocionante?