Usted tiene cinco años como gerente y le gusta lo que hace. No solo su jefe y otros directivos de su empresa, sino también amigos suyos en otras empresas andan “a mil” durante todo el día, pero suelen también estar inmersos en una serie de actividades deportivas, de relajación y sociales.
Usted intenta llevar ese ritmo de vida: se levanta a las 5:30 a.m., va al gimnasio a ejercitarse y ha empezado a hacer yoga. Trata siempre de estar leyendo al menos dos libros, ha empezado a tomar cursos online y ni en sus vacaciones se desconecta totalmente de la oficina. Tiene una familia que atender, a la que siente debería dedicarle más tiempo. Con ese ritmo, suele sentirse muy cansado y se está volviendo muy dependiente del café. ¿No era antes suficiente con ser eficiente en el trabajo? ¿Y el equilibrio entre trabajo, salud y vida personal?
El hiperdesempeño
En el 2015, el Foro Económico Mundial publicó un estudio sobre las “14 cosas que la gente exitosa hace antes de desayunar”, refiriendo que se despiertan antes que amanezca, se ejercitan al extremo, pasan un rato en un proyecto personal “apasionado”.
A muchos puede parecerle extremo el hacer todo esto desde muy temprano, pero en el mundo corporativo, hay un culto creciente hacia el desempeño extremo y no es ya tan bien visto aquel ejecutivo con buenos resultados, que no le saque también provecho a su tiempo personal. Y si a todo esto agregamos la hiperconectividad de las empresas, donde muchas veces se valora que estemos disponibles para responder llamadas o email las 24 horas del día y los 7 días de la semana, ¿donde queda el descanso?
Efectos de la actividad
La falta de sueño, así como el no comer bien o tener poca actividad física impactan negativamente en las empresas. La zona del cerebro conocida como neocorteza se encarga de las funciones de percepción sensorial, comandos motrices y el lenguaje, y la parte frontal de esta neocorteza comanda las funciones ejecutivas, lo que incluye todos los procesos cognitivos más importantes, como solución de problemas, razonamiento, organización, planificación y la ejecución de planes.
Todo el comportamiento de un directivo se basa en por lo menos una de estas funciones y si bien otras zonas del cerebro pueden desempeñarse relativamente bien con poco sueño, la corteza frontal no. Es por eso que cuando nos faltan horas de sueño, nuestras funciones visuales y motrices pueden tener un desempeño aceptable, pero nos resulta extremadamente difícil procesar información.
En un estudio de McKinsey del 2016 entre 200 altos ejecutivos de empresas globales, el 59% reconoció que no logran dormir lo suficiente en por lo menos 3 noches de la semana y el 66% admitió sentirse insatisfecho con la cantidad de horas que duermen en general.
Siempre habrá gente fuera de serie que logra desempeños extraordinarios en todo lo que hace, sin colapsar. Sin embargo, no todos somos iguales ni tenemos por qué abarcar más de lo que podemos hacer bien. El gurú del management Peter Drucker sostenía que ninguna organización podrá sobrevivir si requiere de genios o superhombres para ser dirigida, por lo que las empresas deberían de ser organizadas de tal forma que puedan ser gestionadas por seres humanos promedio. ¿Por qué “quemarnos” innecesariamente?