(Bloomberg).- Las noticias terribles sobre la preparación de Río de Janeiro para los Juegos Olímpicos 2016 han sido bien documentadas.
La economía de Brasil logró evitar la recesión y los funcionarios cumplieron con los objetivos de infraestructura, pero los visitantes de todos modos llegan a una ciudad que ofrece versiones fuertemente distintas de sí misma.
Las 32 sedes de los juegos de Río están distribuidas entre bolsones de riqueza y extrema pobreza, a lo largo de su famosa playa de Copacabana y en vecindarios donde la tasa de homicidios es ocho veces más alta que en Estados Unidos.
Los visitantes que arriban a Río pueden llegar a irse con impresiones muy diferentes de la ciudad, según los eventos a los que decidan asistir.
Desde 2009, cuando fue elegida sede de los Juegos Olímpicos, los funcionarios de Río fueron criticados por tomar medidas destinadas a limpiar las zonas menos halagüeñas de la ciudad.
La policía desalojó a usurpadores que ocupaban un edificio abandonado. Las viviendas de habitantes de villas miseria que vivían cerca de instalaciones olímpicas fueron arrasadas por excavadoras para dar paso a nuevas calles.
Otras villas miseria fueron disimuladas. Los funcionarios han negado que una barrera de sonido visible erigida en la autopista principal hacia y desde el aeropuerto sirva principalmente para ocultar a visitantes y atletas las villas miseria que se extienden a lo largo de la ruta.
Estos esfuerzos recuerdan el empeño del gobierno chino por amurallar monstruosidades residenciales y clausurar fábricas para reducir la contaminación del aire antes de los Juegos 2008 en Beijing.
Pero no hay nivel de ocultamiento que pueda esconder la diversidad de los barrios de la ciudad. Los organizadores agruparon los juegos en cuatro “zonas de competición” diseminadas en barrios que van desde las áreas opulentas y en su mayor parte blancas hasta las más diversas de clase media y baja.
Los últimos datos que permiten un análisis de los barrios corresponden al censo 2010, pero inclusive esas cifras reflejan esa gran brecha de la riqueza en toda la ciudad que persiste aún hoy.
Algunos de los eventos destacados de los juegos, como la carrera de 100 metros y las ceremonias de apertura y cierre, tienen lugar en las zonas decididamente de clase media y baja de la ciudad.
Pero más de la mitad de los eventos se desarrolla en Barra da Tijuca, una comunidad urbanizada rica que se desarrolló en los años 1970. Con sus abundantes espacios abiertos, sus complejos cerrados de viviendas, sus centros comerciales, restaurantes de cadenas y sus amplias carreteras, Barra se parece más a los suburbios estadounidenses que al resto de Río.
Lagoa, uno de los barrios más de moda en Río, donde se desarrollarán los eventos de canotaje y remo, tiene un ingreso medio por hogar más de seis veces superior al de Rio en su conjunto.
Su ingreso mensual de 11.000 reales equivalía aproximadamente a unos US$ 6,252 en dólares nominales en ese momento. De modo que un visitante que haya planeado ver solamente el remo en Lagoa y gimnasia, buceo y tenis en Barra conocerá partes de Río que son en un 90% blancas y significativamente más ricas que la ciudad en su conjunto.