Cuando las personas estaban a punto de cometer un acto ilegal o inmoral, según lo que se pensaba tradicionalmente, recurrían al análisis de beneficios versus costos para determinar si valía la pena hacerlo. Pero cuando la gente esta cerca de hacer trampa o de mentir, otros factores psicológicos entran a tallar.
Según un nuevo estudio israelí realizado por la Universidad Ben-Gurión del Néguev, cuando los individuos cometen un acto inmoral tienen serios problemas al intentar lidiar con la incongruencia entre su comportamiento y lo que reconocen que está bien o mal.
Por ese motivo, buscan excusas como “todos lo hacen”, “el beneficio no solo es para mí, también para los demás”, “esto es nada en comparación con lo que hacen otros” para justificar su conducta. Eso provoca en sus mentes que las contradicciones desaparezcan.
“Cuando vamos a hacer trampa lo hacemos de tal manera que esa trampa no dañe la imagen que tenemos de nosotros mismos. Para estos inventamos argumentos que legitiman nuestras prácticas”, dice al diario El Mercurio Rodrigo de la Fabián, director del doctorado en psicología de la Universidad Diego Portales.
El estudio indica que la justificación más frecuente a la que recurren quienes hacen trampa es asumir que el hecho no solo beneficia a uno mismo, sino también a los demás.