Karen Rojas Andía
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Al menos, una decena de motos en miniatura se luce sobre uno de los estantes de Edwin Derteano. Frente a ellas, unas cuatro instantáneas bien enmarcadas le recuerdan hasta dónde lo ha llevado su afición por las ruedas. El presidente de la Asociación Automotriz del Perú (AAP) se considera un afortunado. “Toda mi vida ha girado en torno a mi hobby”.
¿Desde qué momento se sintió atraído por lo automotor?
Desde chico. A partir de cuarto de media, comencé a participar en competencias, y eso me obligó a aprender mecánica, a tal punto que modificaba los autos de mis amigos que querían correr más. Así obtuve mi primer trabajo.
¿Cómo ocurrió?
Terminé siendo el jefe de taller de una empresa que distribuía Coca-Cola en Lima y tenía problemas con sus camiones. Los ingenieros de la firma que vendió el motor no lograban resolverlo. Un amigo me convocó, lo resolví, me hicieron una oferta.
Así empezó su ascenso…
Sí, después migré a distintos puestos. Eso sí, siempre arrastrando mi afición. He tenido la suerte de estar en lo que me gusta. Yo nunca he trabajado en mi vida, no he hecho más que divertirme. Todo ha girado en torno a mi hobby.
¿Suele practicar deporte?
De joven, participé en campeonatos sudamericanos de vóley. He practicado frontón hasta hace un año, cuando las rodillas se me jubilaron. Y, aunque he sido campeón nacional en motociclismo de velocidad, ya no compito, pero sí viajo.
¿Ha viajado en moto?
¡Uf! Ocurre que hace un tiempo un amigo historiador me contó que un canal de cable estaba interesado en hacer documentales históricos. Así, me preparé con un grupo de amigos. Hicimos la Ruta de Almagro: pasamos por Puno, entramos a Bolivia, ¡Uyuni es una maravilla!, recorrimos el norte de Argentina hasta entrar a Chile. El otro fue la Ruta del Sol: llegamos a Cartagena cruzando Ecuador.
Experiencias inolvidables…
Fueron rutas lindas. El otro que fue una maravilla se dio a raíz de la inauguración de la Transoceánica de Cusco a Maldonado, ahí nos fuimos hasta Bahía. Recuerdo que saqué una conchita del Pacífico para colocarla en el Atlántico. Queda ver qué travesura hacemos este año (risas).
¿Su mayor sueño?
Sin duda, sueño con un sistema de transporte moderno, estoy abocado a eso. Creo que hemos tenido ministros de carretera, pero ninguno de transporte. Antes Lima tenía un sistema superior, pero pasamos del bus al microbús, luego en los años 90, con Fujimori, se produjo la segunda involución: la combi.
¿Qué observa primero?
Mire, digamos que un bus urbano que ocupa 30 m de pista puede trasladar 100 personas, pero para llevar la misma cantidad de gente ahora tenemos 7 combis de 15 asientos que ocupan 72 m. Más del doble: ahí está la congestión.
Si no estuviera en lo automotor, ¿a qué se hubiera dedicado?
Estudié Administración, pero creo que, de lo contrario, hubiera seguido sicología: me encanta analizar el comportamiento de las personas, incluido yo (risas).