Moscú, (AFP).- Veinticinco años después del final de la URSS, gran parte de la población rusa lamenta la caída del imperio, una añoranza alimentada por el Kremlin en su afán por rehabilitar el pasado soviético.
A la pregunta “¿Lamenta la caída de la URSS?”, el 56% de las personas interrogadas responde que sí, el 28% que no y el 16% no se pronuncia, según un sondeo realizado en noviembre por el instituto independiente Levada.
“El recuerdo de las penurias y de la pobreza ha desaparecido entre las personas de edad avanzada. Y la imagen idealizada de la época soviética sirve de comparación para criticar la situación actual”, afirma el director del centro Levada, Lev Gudkov.
A las nuevas generaciones les cuesta hacerse una idea de lo que era la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, dirigida durante más de 70 años por un partido único (el comunista), de ideología marxista-leninista, sin libertades políticas ni religiosas, con una represión que causó millones de muertos, fusilados, enviados a los gulags o exterminados de hambre.
“Los jóvenes tienen una imagen muy nostálgica transmitida por la generación de antes o clichés ideológicos difundidos por televisión”, lamenta Lev Gudkov.
Un experimento social
¿Qué pensar de la URSS 25 años después? El jefe del grupo de prensa público Rosia Segodnia, Dimitri Kiselev, lo resumió así a mediados de diciembre en la TV Rossia 24: “El objetivo era crear el paraíso en tierra. Logramos hacer mucho”.
Se trataba de un “experimento social grandioso”, añadió en un reportaje titulado “La experiencia benéfica de la URSS”.
Tanto en la televisión como en el cine, muchas películas dan una imagen positiva de la Unión Soviética, ya sea en documentales dedicados a los antiguos dirigentes Leonid Brézhnev y Yuri Andrópov o en la serie de la primera cadena “Una pasión secreta”, en la que unos agentes del KGB encargados de detectar disidentes salen bien parados.
Por el contrario a quienes se ocupan de las páginas sombrías de ese “pasado lejano”, como la ONG Memorial que estudia las represiones bajo el régimen soviético, de 1917 a 1991, se les acusa de actividades “no patrióticas”.
Pero ¿por qué el Kremlin se apoya en el pasado soviético?
Sigue muy presente entre la gente la idea de que Rusia debe ser un imperio. Y las autoridades, alimentando el “mito soviético”, esperan “oponer Rusia al resto del mundo” para justificar mejor su política de “ciudadela asediada”, estima el historiador Nikita Petrov, de la ONG Memorial.
El deterioro en las relaciones entre Moscú y las grandes potencias occidentales, sobre todo por sus divergencias respecto a la guerra en Siria y en Ucrania, avivan también el recuerdo de los años de confrontación entre la URSS y los países de la OTAN, reforzando la idea de una oposición natural entre los dos bandos.
Nunca, desde el desmembramiento de la Unión Soviética, se había hablado tanto de una nueva Guerra Fría.
Stalin y Lenin en la plaza Roja
La URSS dejó de existir y el comunismo ya no es una ideología oficial, pero miles de calles y de monumentos de Rusia siguen honrando la memoria de los bolcheviques, empezando por Lenin.
El cuerpo embalsamado del jefe de la revolución de 1917 y fundador del Estado soviético descansa en su mausoleo de la plaza Roja, frente a las murallas del Kremlin, a unos metros de la tumba de Stalin.
“Conservando la simbología de la época soviética y dejando a Stalin y a Lenin en la plaza Roja, las autoridades quieren crear un vínculo que va de los príncipes rusos al secretario general del partido comunista de la URSS para decir que se trata de la misma Rusia bajo encarnaciones distintas”, estima Nikita Petrov.
El politólogo pro-Kremlin Dimitri Orlov discrepa: “Las autoridades no intentan rehabilitar la URSS. Lenin y Stalin en la plaza Roja es un hecho sin importancia. Para la joven generación, el mausoleo es como las pirámides egipcias, un pasado lejano”.
En 2005, Vladimir Putin resumió su credo: “La caída de la URSS fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo”. Poco después añadió: “Quien no lamente la caída de la Unión Soviética no tiene corazón. Y el que quiera reconstituirla no tiene cerebro”.