Desde los inicios de la Iglesia, la hostia, o forma sagrada, lleva varios siglos prácticamente sin variaciones en su elaboración, pero en los últimos años su distribución en el extranjero se ha ido modernizando.
Hoy es posible comprar con tarjeta de crédito una caja de 1,000 hostias para comunión por US$ 18.81; 500 sin levadura pueden llegar a costar US$ 12.48; o 50 hostias para sacerdotes en el altar, que son más grandes, pueden llegar a US$ 9.41.
Según un informe de la BBC, antes las hostias se preparaban en los monasterios y las iglesias pero hoy, su venta se hará incluso a través de Amazon.
Es que hay lugares, como Estados Unidos, donde la demanda es tan grande que hay fábricas autorizadas para hacerlas y venderlas.
Allá también está el monasterio de las Hermanas Benedictinas, en Misouri, que produce nueve millones de estos panes “que luego se convertirán en el cuerpo de Cristo”, dice la hermana Lynn, a cargo del monasterio.
Según el diario El Mercurio, en Chile, el proceso de producción y distribución de Hostias es más artesanal.
Al respecto, Guillermo Rosas, sacerdote miembro de la Conferencia Episcopal de Chile, en su país son varias las parroquias y comunidades que “tienen la maquinita para hacer hostias”, la cual es una especie de waflera, con la diferencia de que las planchas son planas y es una tarea bastante artesanal.
En Chile no se fabrican de forma industrial, pero según Rosas también se venden.