Los medicamentos no curan el Alzheimer. ¿Pueden prevenirlo?

Para 2050, habrá 32 millones de personas de más de 80 años en Estados Unidos y, a menos que se produzca algún gran cambio, cerca de 16 millones tendrán Alzheimer.

(Bloomberg) No llevó mucho tiempo descubrir que había algo de exageración cuando se publicitó el fármaco más reciente como la gran esperanza para el mal de Alzheimer. A comienzos de este verano (boreal), el gigante de biotecnología Biogen organizó una conferencia de prensa para exaltar los méritos de su medicamento experimental aducanumab. CNN dijo que el fármaco podría ser “un punto de inflexión” mientras que The Independent lo definió como “un avance” que hizo que un científico “tratara de no entusiasmarse demasiado”.

Otros científicos trataban de no enojarse demasiado. Los titulares podían despertar falsas esperanzas en los pacientes y sus familias, dijeron, porque hay poca evidencia de que el fármaco pueda revertir la demencia. Pero algunos vieron un costado positivo: aun cuando el medicamento experimental no sea una cura, existen razones para creer que algo como eso podría prevenir el Alzheimer en personas sana, del mismo modo en que se piensa que las estatinas evitan los ataques cardíacos. Una terapia de prevención para el cerebro podría ayudar a impedir lo que muchos expertos consideran un desastre inminente: para 2050, habrá 32 millones de personas de más de 80 años en Estados Unidos y, a menos que se produzca algún gran cambio, cerca de 16 millones tendrán Alzheimer.

Esos expertos no se sienten entusiasmados por el medicamento en sí sino por una constatación preliminar de eficacia que surgió de su ensayo clínico más reciente, en el cual a 165 participantes se les suministraron distintas dosis del medicamento o un placebo. Escaneos cerebrales revelaron que quienes tomaron el medicamento registraron una marcada reducción en placa amiloidea, depósito asociado con el mal de Alzheimer. Hubo algunos indicios de que el fármaco podría desacelerar el progreso del deterioro cognitivo, pero resultaron menos convincentes para los investigadores no involucrados en el estudio.

¿Cómo podría el aducanumab tener un gran efecto sobre las placas y no sobre la demencia? Podría ser que para el momento en que aparecen síntomas incluso leves, ya es demasiado tarde, dijo Rudolph Tanzi, investigador del mal de Alzheimer en el Massachusetts General Hospital de Boston. “Es como si a alguien con insuficiencia cardíaca congestiva el cardiólogo le recetara Lipitor”, dijo.

Hay desacuerdo respecto de la relación exacta entre las placas y la enfermedad de Alzheimer. Lon Schneider, director del California Alzheimer’s Disease Center en la USC School of Medicine, señala que algunas personas mueren con sus facultades de memoria y cognición inalteradas y en la autopsia se descubre que tienen tantas placas como los pacientes de Alzheimer. Las placas, dijo, son un factor de riesgo para trastornos cognitivos y de memoria futuros y también clínicos de Alzheimer. Es posible que reduciendo las placas en una fase temprana se prevenga la enfermedad, pero Schneider considera que aun así es una hipótesis que tiene que ser comprobada.

El estudio de Biogen nunca tuvo por objeto encontrar señales de mejora cognitiva, dijo. El tamaño de la muestra fue demasiado pequeño. Las diferencias en los resultados de los tests cognitivos pueden obedecer a variaciones fortuitas entre pacientes. “El fármaco hizo lo que se suponía que iba a hacer”, dijo. “Destruyó las placas amiloideas de una forma predecible y acorde a las dosis. El resto, los efectos clínicos notables, fue puro ruido”.

Se están llevando a cabo otros ensayos con personas “cognitivamente intactas”, es decir, sin signos de deterioro pero con placas detectadas en sus exámenes cerebrales. La esperanza es que el tratamiento aun más temprano con medicamentos antiamiloideos pueda prevenir o posponer la aparición de la demencia. “Algunas personas dicen que las placas estaban ahí 25 años antes de que surgieran los síntomas”, dijo. “¿Deberíamos tratar a personas 25 años antes de tener síntomas?”

Tanzi, del Massachusetts General Hospital, estima que pueden transcurrir 15 años entre el momento de aparición de las placas y el de los síntomas, lo que no es demasiado temprano para iniciar un tratamiento.

Sin embargo, es necesario sortear algunos grandes obstáculos antes de que la prevención sea posible. Primero, detectar las señales de placa amiloidea hoy requiere de un procedimiento más profundo llamado escaneo PET. En algún momento, dijo Tanzi, los análisis de sangre para detectar la formación de placas amiloideas podrían hacerse realidad. Otro problema es con el fármaco en sí, que tiene que ser administrado una vez al mes directamente por vía intravenosa. Otros medicamentos experimentales destinados a la prevención de las placas amiloideas vienen en comprimidos, lo que los hace más prácticos para un uso generalizado.

También está el desafío de encontrar un fármaco lo suficientemente seguro como para ser administrado a millones de personas sanas. En el ensayo de Biogen, los pacientes recibieron distintas dosis. Sólo la dosis más alta tuvo un efecto en la demencia real, y en esa dosis, algunos pacientes desarrollaron una peligrosa hinchazón cerebral. Ese riesgo parece remitirse a personas con un factor de riesgo genético particular – un gen llamado APOE4- pero esa gente representa una fracción significativa de pacientes con Alzheimer.

Combatir las placas, sin importar con cuánta anticipación, no será de ayuda si los depósitos resultan ser un síntoma -y no una causa- de la enfermedad. Pero Tanzi dijo que los experimentos que publicó en 2014 en los que empleó células cerebrales humanas aportan sólida evidencia a la hipótesis de que las placas son una causa de la enfermedad, junto con la inflamación. Algunas personas desarrollan placas y se mantienen sanas porque no tienen la inflamación, dijo.

Un beneficio secundario de las pruebas tempranas de detección de placas de Alzheimer podría ser la capacidad de analizar mejor los posibles efectos beneficiosos de los cambios de estilo de vida. Después de todo, hay quienes bajan su nivel de colesterol cambiando de dieta, perdiendo peso y haciendo más ejercicio físico. Tanzi dice que uno puede mejorar al menos un poco sus posibilidades de no tener Alzheimer siguiendo una dieta saludable (él sugiere una dieta mediterránea), durmiendo lo suficiente y manejando el estrés.

Pero la parte del estrés es engañosa, dado que el enorme abanico de pruebas para saber el riesgo de Alzheimer puede tensionar a las personas, sobre todo si esto ocurre antes de que existan medidas de prevención confiables. Otro factor que es nocivo para nuestro cerebro, dijo, es preocuparnos por nuestro cerebro.Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.

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