Matias Michelini: “Perú debe apostar por vinos con identidad propia”

El enólogo argentino llegó al país con el objetivo de explorar el potencial de las uvas pisqueras. Para Michelini los vinos peruanos deberían lograr una identidad que les permita acompañar el posicionamiento que ha logrado nuestra gastronomía en el mundo. Señala que la variedad del clima y suelo peruanos brindan las condiciones para lograrlo.

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Matías Michelini, enólogo argentino que hace unos años revolucionó la industria con su propuesta de vinos biodinámicos, pasó por sur del país con el objetivo de elaborar los primeros vinos ecológicos peruanos de clase mundial. Como él lo explica, se trata de vinos irreproducibles, que transmiten las características de la tierra y el clima en que la uva se desarrolla.

“Este tipo de vino no quiere perseguir ninguna moda, solo quiere ser el reflejo del terruño donde nacen sus uvas. Porque a través del vino la gente puede descubrir un lugar, una cultura, su gente, su suelo, su clima. El vino puede hablar de todo eso con sus aromas, sabores, con su frescura, con todas sus características”, explica.

La apuesta de Michelini por este tipo de vinos data del 2009, cuando tras 15 años de trabajar para distintas bodegas, se desilusionó de una industria que buscaba reproducir vinos para satisfacer mercados y consumidores específicos. Esa tendencia de fabricar vinos estructurados lo alejaba de su búsqueda de identidad en los vinos, de aquello que el terruño era capaz de aportar.

En su proyecto personal, Passionate Wine, aplica ese apego a lo que la tierra ofrece y el reconocimiento internacional que ha logrado demuestra que existe un grupo de consumidores ávido de novedades enológicas. Los vinos que elabora en el Valle de Uco, en Mendoza, han logrado galardones a nivel mundial, destacando este año los blancos Agua de Rocas y el Vía Revolucionaria, catalogados con 96 y 94 puntos respectivamente en la guía Descorchados del 2016.

El enólogo argentino ha tenido incursiones en Chile y Uruguay, en una inquietud por conocer lo que llama el ‘común denominador del vino latinoamericano’. Actualmente, su atención se concentra en las particularidades del suelo peruano y señala que el camino de los productores nacionales debería dirigirse a lograr una identidad propia, con productos de bandera.

“Veo que los vinos que se hacen en Perú tratan de asemejarse a los de otros países productores de vino, falta una identidad propia. Hay una tendencia a hacer vinos frutados, con madera, con mucho color y esos mismos vinos se pueden encontrar en cualquier parte del mundo. Creo que Perú, con su identidad tanto de país como de gastronomía y cultura, debería tener vinos con esta personalidad e identidad propia también”, reflexiona.

Vino de uvas pisqueras
En busca de esa identidad, Michelini llegó al valle de Ica de la mano del productor José Moquillaza, donde exploraron las particularidades de las uvas pisqueras, como la quebranta, la Italia, la torontel y la moscatel.

“Son uvas autóctonas o que llevan muchos años cultivadas en este territorio, por lo que han adquirido un carácter y una personalidad propios, eso encaja con este proyecto, que busca precisamente hacer vinos que hablen de la cultura del país y de los lugares donde están plantados los viñedos”, comenta.

Al tratarse de una primera experiencia, iniciaron con la producción de tres vinos: uno con uva Italia, uno con uva torontel, y un tinto elaborado con uva quebranta y moscatel. El nivel de producción es de mil botellas por cada variedad y el lanzamiento está planificado para las fiestas de fin de año.

Sobre los resultados, Michelini adelanta que en los dos blancos espera ‘vinos intensos en aroma, muy frescos en boca, vinos que tengan nervio y cierta estructura, como para acompañar toda la gastronomía de mar’, mientras que en el llamado Tinto de Ica la expectativa es de ‘un vino ligero, refrescante, fácil de tomar, muy frutado, muy alegre, muy como para todos los días’.

A futuro, al enólogo le interesa repetir los vinos producidos en esta vendimia y ampliar su exploración a nuevos valles, realizando dos o tres vinos nuevos en cada uno de ellos.

“Este año es una aventura, pero con fuertes ideales de convertirse en proyecto que crezca. Perú tiene valles cerca al océano, valles de desierto, valles de montaña, con esta diversidad de lugares y terruño si o si tiene que haber una diversidad de productos y de vinos, eso me parece maravilloso. Hay un gran potencial de crecimiento a futuro”, augura.
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