(AFP) El exitoso chef Gastón Acurio se lanzó a partir de esta semana a la conquista de París con Manko, un extravagante cabaret-restaurante que quiere contribuir a revivir la noche parisina gracias a la magia del music-hall y la gastronomía peruana.
En la elegante Avenida Montaigne, pegado a un teatro de estilo art déco, Manko ocupa el subsuelo de una ex sala de remates y traslada al cliente a un universo de exotismo peruano “chic”.
“Es un espacio lúdico, que traerá a París la algarabía, la diversión y la sensualidad peruanas”, explicó Acurio.
Considerado el chef más exitoso de América Latina, al frente de un imperio de 45 restaurantes en 11 países, Acurio, asociado esta vez al empresario Benjamin Patou y al cantante canadiense Garou, confió la cocina del Manko al chef murciano Rubén Escudero, formado en sus fogones.
Para Acurio, estar en París es regresar al punto donde comenzó su aventura culinaria. En 1991 se inscribió en la academia Cordon Bleu de París que le abrió las puertas de la gastronomía.
“En este París, aprendí todo lo que luego apliqué a mi cocina: el amor al terruño, el respeto por el producto, la búsqueda de la excelencia y la aspiración a la innovación”, cuenta el chef de 48 años.
En la capital francesa conoció a su esposa alemana, antes de regresar al Perú, donde abrieron el restaurante Astrid & Gastón que los lanzó a la fama, hoy número 14 mundial en la lista “Best Restaurant”.
Pisco, rey del bar
Sofisticados ceviches, anticuchos y otras delicias de la inagotable gastronomía peruana pueblan el menú del Manko con capacidad para 100 comensales.
El restaurante está abierto al mediodía y por la noche, seis días por semana con menús entrada/plato o plato/postre a partir de 35 euros sin la bebida.
El bar es el otro protagonista. En su amplio mostrador reina por supuesto el pisco en todas sus variedades -puro, mosto verde y acholado- y otros alcoholes latinos como el mezcal, a degustar solos o en cócteles delirantes.
Un pisco sour o un chilcano lemongrass en el bar son un punto de partida antes de pasar al restaurante o la última etapa de una aventura que reserva otras sorpresas por el camino.
Los viernes y sábados de noche, el Manko, el nombre evoca al legendario Manco Capac, hijo del rey sol fundador del imperio inca, se transforma en cabaret, pero contrariamente al “Crazy Horse” vecino y sus famosas chicas ligeras de equipaje, aquí el espectáculo pasa por otro lado.
Reinventar la fiesta
Pasadas las 22:30 horas, los amantes de la fiesta se deleitarán con números inspirados en los music-halls del París de antaño como el Alcázar.
La decoración del espacio, a cargo de la arquitecta de interiores Laura González combina dorados art déco con motivos andinos, con un resultado que ella define como de refinamiento bruto.
Reina una atmósfera de vago exotismo latino y elegancia europea, donde no hubiese desentonado una Yma Sumac, la cantante “princesa inca” idolatrada por Hollywood en los años 1950.
Danza, acrobacias y números burlescos a cargo de artistas con nombres tan extravagantes como “El acróbata paralítico”, “La monja” o “El domador”, divertirán las locas noches del Manko bajo la dirección de Marc Zaffuto y Emmanuel d’Orazio, dos conocidos animadores de la noche parisina.
En una presentación a la prensa, Manon Savary, encargada de la puesta en escena, resumió así el espíritu del lugar: “Tenemos unas ganas locas de devolver a París un lugar de risa, fiesta y diversión. La idea era romper los códigos del cabaret tal como se conocen hoy en día”.