Su mirada se pierde y se sumerge en los recuerdos que lo llevan a ver una vez más el rostro de Chabuca Granda. Y es que ser el guitarrista de la criolla teniendo tan solo 21 años no era cualquier cosa, reconoce orgulloso el guitarrista Lucho González (70).
“Era mágico y maravilloso trabajar con ella, porque mostraba ser una maestra en todo. Una persona muy adelantada a su tiempo. Su poesía natural y su amor por el Perú eran incomparables”, recuerda el músico.
Lucho acompañó a la cantante durante 14 años de su vida artística, y ahora, mucho tiempo después, se prepara para ser parte del festival “Chabuca vive”, homenaje al legado musical de la intérprete de “La flor de la canela”, que se celebrará el 3 de junio en la Concha Acústica del Campo de Marte.
El guitarrista se unió al cartel de músicos participantes del evento, donde figuran artistas como Eva Ayllón, Cecilia Barraza, William Luna, Andrés Dulude (Frágil), Jean Pierre Magnet, La Sarita, entre otros.
“Todos los que participarán (en el festival) son de diferentes extractos musicales, algo que le gustaba mucho a la señora Chabuca. Ella disfrutaba que los jóvenes la cantaran. ‘Ojalá que me discotequen’, me decía”, enfatizó.
Cabe indicar que en enero pasado, el Ministerio de Cultura nombró el aporte de Granda a la música, poesía y cine como “Patrimonio Cultural de la Nación”.
Ser guitarrista y rentable
González lleva ya 50 años viviendo de la música, y considera que las regalías siguen siendo buenas. Hasta la fecha, el músico ha trabajado con artistas como Mercedes Sosa, Vicentico, Diego Torres, entre otros.
“Yo nunca tuve necesidad de ser solista, sino que me considero un organizador. ¿Has visto a los mediocampistas en el fútbol que arman las jugadas? Ese es mi caso”, dijo con una sonrisa en el rostro.
Trabajo mano a mano
Respecto a su trabajo con la criolla, contó que era muy cuidadosa y minuciosa de dos aspectos importantes cuando componía: la letra y la melodía.
“A veces le costaba encontrar una palabra para su lírica. Podía tomarse un año buscándola, hasta que la hallaba, así como el cambio melódico de un tema”, dijo.
“‘Te voy a dar un consejo: no se enamore de lo que haga. Le puede salir una cosa linda, pero trabájela, porque esto es un porcentaje de talento y mucho de trabajo’, siempre me decía cuando terminábamos de componer”, relató el guitarrista.
La falla de una grande
También recuerda que debido a que a la criolla no le gustaba usar anteojos en sus presentaciones, a pesar de su problema de visión, no podía tener una guía con las letras de sus canciones, entonces hacía que él se aprendiera todas las canciones para que sea su soporte cuando estuviera a punto de vacilar.
“Me sabía todos los temas, y cuando ella veía que estaba a punto de resbalar, me miraba y yo le decía rápidamente: ‘contesta’. Y ella seguía cantando: ‘contesta hasta mi sombra…’. Debía estar muy atento”, señaló.
Confiesa que eso podía pasar con las canciones nuevas, pero no con las emblemáticas, con las que “le habían dado todo” a la cantante.
“El día que se olvidó la letra de ‘La flor de la canela’ me dio un ataque de risa”, sonríe al recordar el momento.
Estaban en plena presentación cuando Chabuca Granda olvidó la lírica. González se echó a reír en aquél instante. Ella le preguntó sorprendida: “Don Lucho, ¿qué pasó?”. “Lo siento, señores –dijo el guitarrista dirigiéndose a la audiencia–, pero es como olvidarse el nombre de un hijo”. El público y Chabuca rieron.
La marca de Chabuca
González indicó que la intérprete de “José Antonio” sabía muy bien cómo manejar su marca. Asimismo, confesó que no tenía mánager, y que era ella misma la que negociaba sus propias presentaciones.
“‘Yo pago de la siguiente manera’, me advirtió. ‘Es en tres partes: una para la cantante, otra para el guitarrista y la tercera para Chabuca Granda’”, reveló.
El músico resaltó también la “inteligencia” de la cantante cuando iniciaba las conversaciones con los organizadores de los eventos donde querían que participara.
“Primero agradecía que pensaran en ella. Luego comenzaba con preguntas como el lugar, precio de las entradas, las localidades, etc. Tras sacar cálculos mentales, y después de que el empresario le preguntara por sus honorarios, ella solo respondía: ‘no, hijito, yo no hablo de plata. Dime tú cuánto me vas a pagar’. El hombre no tenía otra opción que ser justo con el pago”, finalizó.