Internet ha sido el escenario de historias de amor virtual con buen final: dos solteros a los que la realidad no les ha alcanzado para ser felices, se han conocido en chats, se han enamorado a punta de tecleos y han acabado casados y reproduciéndose en terreno físico: la promesa del amor esquivo cumplida.
Pero si la oferta para solteros solitarios es abundante, pronto un portal encontró un filón de negocio donde corría solo y había demanda: acceso a una base de perfiles de personas casadas o comprometidas con ganas de ser infieles, un espacio para engañar sin ser juzgado ni descubierto por la pareja.
Noel Biderman creo Ashley Madison en el 2001, pero es en los últimos años cuando la reputación de esta empresa se ha consolidado y presume de una base de 37 millones de miembros.
Ataque
Naturalmente la discreción es requisito imprescindible y el site lleva años jurando que la información se borra después de cada ingreso dejando sin huellas el camino del engaño.
La dinámica es simple: registrarse como potencial infiel es gratis, ver los perfiles de otros ‘engañadores’ también, pero si mirar no basta y el usuario quiere pasar a la acción y dejar un mensaje coqueto que propicie el ambiente, ahí debe empezar a pagar; chatear es más caro y así sucesivamente: el negocio funciona.
Pero hace poco más de una semana, un grupo de hackers aguó la fiesta de los millones de infieles: “Tenemos toda la información de los usuarios del site y a ellos les decimos que les mintieron cuando les juraron que habían borrado sus datos y los divulgaremos si el portal no deja de operar”.
No se sabe a ciencia cierta si al grupo lo anima una moral antiengaño o si hay un ánimo más terrenal por empezar la extorsión a escala global de los infieles.
El sitio ha aceptado el ataque, pero asegura que ya han puesto un parche a los accesos. Muchos medios informan de una primera salida de información que pulula en Internet, pero esto no está confirmado.
Avanzada
El hecho ha puesto una vez más sobre la mesa el poder de los hackers. Según Dmitry Bestuzhev, ejecutivo de Kaspersky Lab, ya no solo se trata de hackeo personal, sino corporativo, como en este caso: “Esto consiste en que una compañía genera amenazas cibernéticas, a través de ‘cibermercenarios’ (atacantes), contra una empresa de la competencia, por ejemplo”. El poder de estos grupos se manifiesta de nuevo.
El dato
Antecedente. El caso de hackeo más sonado de los últimos años fue a la empresa Sony. Ahí los hackers revelaron desde números de tarjetas de crédito de clientes hasta e-mails de altos ejecutivos.