A solo cuatro días de encender la antorcha olímpica en el Maracaná, la tensión en Brasil no deja de aumentar. Los ojos del mundo estarán puestos en Río 2016, y parece ser el escenario perfecto para nuevas manifestaciones.
En medio de una de las peores crisis de su historia, Brasil carga con la tarea de ser huésped de los XXXI Juegos Olímpicos. Las Olimpiadas, que se desarrollarán en Río desde el 5 al 21 de agosto, representan una oportunidad de oro para los cariocas de colocarse en la palestra y mostrar los enormes problemas que sufre el país vecino.
Según el diario El Mercurio, los ojos del mundo se fijarán en Río de Janeiro el próximo mes, y lo que debería ser una fiesta total, caracterizada por la alegría y sabor brasileros, podría convertirse en un cruel reflejo de la realidad que experimentan día a día.
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Y es que no solo su presidenta, Dilma Rousseff, se encuentra suspendida; la clase política brasilera está sumida en una fuerte crisis de corrupción. Por otro lado, el virus del zika, amenazante, sobre todo, para las madres gestantes, se expande por su territorio; la inseguridad se manifiesta constantemente y no se sabe si los 880,000 agentes de seguridad sean suficientes para garantizar el orden en Río.
Por si fuera poco, ni siquiera los preparativos para los juegos per se se han terminado. A menos de una semana de encender la antorcha olímpica, las obras del encuentro deportivo aún no se han concluido.
El carácter explosivo y de excelencia que representa Rio 2016 puede sacar lo mejor de cada deportista, comenta Ana Lúcia Padrão dos Santos para El Mercurio (Chile). Sin embargo, también asegura que “cuando esas esas características se unen a las noticias de lo cotidiano, se crea el ambiente perfecto para el enfrentamiento social y político, especialmente porque es un evento de visibilidad mundial”.
Los cambios que sufre el mundo, con ISIS adjudicándose cada día más atentados y un creciente temor por la inestabilidad política global pueden manifestarse en Río, un evento colosal que reunirá lo mejor de cada país, con los ojos del universo en sus medallas.
No se sabe qué ocurrirá en Río 2016, pero la historia nos ha enseñado que cuando la atención se centra en algún lugar, es inevitable no observar manifestaciones. Aquí algunos ejemplos de Juegos Olímpicos difíciles de olvidar.
From Melbourne with love (Melbourne, 1956)
Lo único que podría entibiar la guerra fría en plenos años 50 sería el amor. Australia reunió a la lanzadora de disco Olga Fikotova (Checoslovaquia), y el lanzador de martillo Harold Connoly (USA). Ambos se enamoraron perdidamente en la Villa Olímpica, y el romance ocasionó un incidente diplomático. Cuando terminaron las olimpiadas, se casaron ante 30 000 personas y Fikotova se nacionalizó estadounidense.
La ruta de los descalzos (Roma, 1960)
El tortuoso sol del verano europeo no fue excusa para evitar el vía crucis del maratonista etíope Abebe Bikila. En 1936, Benito Mussolini ordenó la invasión italiana de Etiopía, y Bikila no lo olvidaría.
Un sencillo mensaje como caminar descalzo por las calles de la ciudad eterna fue suficiente para sacudir al mundo. Abebe Bikila fue el primer negro africano en ganar una medalla de oro en las olimpiadas.
Black lives matter (México, 1968)
El mundo sobrevivía más que agitado al terminar los años 60. La Guerra de Vietnam estaba en su punto más crudo; en Paris, estudiantes buscaban una revolución en las calles; la Unión Soviética invadió Checoslovaquia; y en Memphis, Martin Luther King fue asesinado pocos meses antes de iniciarse los JJ.OO.
Tommie Smith y John Carlos, atletas estadounidenses ganadores del oro y bronce en 200 metros, respectivamente, decidieron que era tiempo de protestar contra el racismo en su tierra.
Al podio se subieron sin zapatillas y llevando calcetines negros, y cuando sonó el himno de Estados Unidos, bajaron la cabeza y levantaron los puños, vestidos con guantes negros. Al regresar a su país, ambos fueron suspendidos y tratados sin honor.
Terror en los juegos (Munich, 1972)
El conflicto entre palestinos e israelíes se vistió de terrorismo en Alemania. Septiembre Negro, un comando palestino, secuestró a los integrantes de la delegación israelí en plena Villa Olímpica. El objetivo: obtener el rescate de 234 prisioneros palestinos detenidos en Israel.
Las negociaciones duraron 30 horas, y el desenlace originó una masacre. La policía alemana intervino y murieron once deportistas israelíes, cinco de los ocho terroristas, un policía alemán, y el piloto de un helicóptero.
El boicot ciego (Moscú, 1980)
Ningún estadounidense pudo ver las olimpiadas de Moscú en 1980. A ciegas se vivió un evento deportivo que contó solo con 80 naciones participantes (de las 145 que debían asistir). ¿Qué sucedió? El presidente estadounidense Jimmy Carter amenazó con boicotear los Juegos Olímpicos si la Unión Soviética no retiraba sus tropas de Afganistán.
Carter revocaría los pasaportes de los atletas estadounidenses que intentaran acudir a los juegos. Como resultado, 65 países no acudieron a Moscú; 50 de ellas por adherirse al boicot americano.
Imagine (Atlanta, 1996)
La famosa canción de John Lennon, Imagine, fue el tema oficial de los JJ.OO. de 1996, lo cual enfureció al ciudadano estadounidense radical de extrema derecha, Eric Robert Rudolph.
Rudolph detonó una bomba el 27 de julio, en pleno parque Olímpico Centennial, matando a una persona e hiriendo a más de cien. Según el terrorista, el ataque ocurrió como parte de una guerrilla contra el aborto y la “agenda homosexual” de su país natal.
Ni una menos (Londres, 2012)
A pesar de las tradiciones machistas de los países de Oriente Medio, Londres significó un hito para sus delegaciones. Por primera vez, Arabia Saudita, Brunéi y Qatar enviaron mujeres a competir en las olimpiadas, convirtiéndose en la primera edición de las olimpiadas en la que todos los países contaron con una delegación femenina.