Raúl Castro Pereyra
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En el 2006, James Rodríguez tenía 15 años. Era juvenil en el club Envigado, de Colombia. Ya era un volante potente, que a veces podía dar un paso al frente y convertirse en un delantero goleador. Pero sobre todo era un fanático del PlayStation.
Años más tarde, él aparece en uno de los de los videojuegos de fútbol más populares del planeta. James escoge a James, su alter ego virtual en el FIFA 2014.
Cuando jugaba en el Porto de Portugal tenía una rutina severa que incluía horarios precisos para todas sus ocupaciones. Se levantaba a las ocho de la mañana, entrenaba a las 10:30, regresaba a casa a las dos de la tarde. Allí almorzaba, dormía, se levantaba y jugaba fútbol en su PlayStation 3. Su esposa, Daniela Ospina, lograba apartarlo de su videojuego solo por las noches para ir al cine.
El talentoso 10 de Colombia ha llevado su afición al extremo. Cuando en mayo la selección cafetera llegó a Argentina para empezar la pretemporada para el Mundial del 2014, James organizó un campeonato del FIFA 2014 entre sus compañeros.
La final la jugó contra el volante Juan Fernando Quintero. James salió campeón. Su triunfo fue resumido en algunas fotos aparecidas en Instagram. “A James no le gusta perder ni siquiera en el PlayStation”, dijo su mamá a El Tiempo de Colombia.
James es un chico en un mundo de grandes. Cuando tenía cinco años ya jugaba al fútbol alentado por su padrastro, pero también por los Supercampeones, ese popular dibujo japonés de interminables y kilométricos partidos. James quería ser como Oliver Atom.
Su padre y su tío también fueron futbolistas profesionales. Pero es este el Rodríguez más famoso de la casta y, por ahora, de toda Colombia.
Niño rico
La carrera de James Rodríguez ha ido a una velocidad que ni siquiera la puede igualar algún futbolista de su videojuego favorito. Ante Japón anotó su tercer gol en el Mundial. Tres partidos, tres goles. Radamel Falcao ya no se hace extrañar.
Pero no hay por qué sorprenderse. La carrera del futbolista parece hecha para escalar. A los 17 años ya debutaba en el Banfield de Argentina. En esa misma temporada anotó su primer gol. Es el extranjero más joven en marcar en el torneo gaucho. Es un récord que aún ostenta.
En el 2010, lo compró el Porto de Portugal. Pagaron US$ 11.6 millones. Se convirtió en su estrella. Su fama obviamente se extendió. El poderoso Mónaco lo fichó en el 2013, por cerca de US$ 60 millones. Su sueldo es de US$ 5.8 millones anuales. Es el segundo deportista colombiano mejor pagado, solo detrás de Falcao y el jugador número 40 más caro presente en el campeonato de Brasil, según la consultora Pluri.
Pese a jugar incluso en el mismo club que el mismísimo Falcao, James ha logrado crear su propia imagen. Es un tipo metódico, está claro. Pero en Colombia su imagen es también la de un ídolo para los niños y la de un tipo sexi para las mujeres. Pero ya está casado, desde los 19 años, con Daniela Ospina, la hermana del arquero de la selección.
Niño estrella
Ya James Rodríguez es un producto no solo en el fútbol. En el 2012, eligió como representante al periodista y manager de figuras del espectáculo Fernán Martínez, quien dirige la carrera de Juanes y antes asesoró al cantante Enrique Iglesias y a la actriz Sofía Vergara.
No se trata de un manager deportivo, sino de alguien que va acorde con el papel de estrella mediática que acompaña ahora la vida del sucesor del ‘pibe’ Valderrama.
No son coincidencias sus sucesivas portadas en revistas sociales o la trascendencia que tuvo en Colombia el nacimiento de Salomé, su hija, o la atención que toma su look, o sus vacaciones en Mallorca, España.
James está en su momento. Ya es la imagen de Adidas en su país, también de Milo, Bimbo y P&G. Es un niño en cancha de grandes. Él no lo sabe, él solo se distrae jugando PlayStation.