Verne Harnish y los editores de Fortune unen fuerzas en este libro para narrar cómo algunas de las firmas más importantes del mundo tomaron decisiones que transformaron sus destinos e influyeron en las concepciones de gerencia y liderazgo empresarial. El libro es lectura ideal para el verano que comienza: relatos breves y ágiles que se pueden leer los fines de semana.
En su conjunto, las 18 historias dejan valiosas lecciones. En el prólogo, Jim Collins da dos ideas importantes: las grandes decisiones se dan en entornos propicios al debate y en empresas que han tenido la virtud de contratar a las personas correctas. Max Nilsen, de Business Insider, pone como hilo conductor una idea similar: invertir en buenos empleados. No se trata solo de pagar bien o reclutar en las mejores universidades, sino de invertir tiempo y recursos en que las personas se desarrollen.
El caso más obvio es el de Henry Ford y su decisión de duplicar el salario de sus trabajadores, que ‘creó’ la clase media manufacturera de Estados Unidos. Otra decisión brillante fue la de Lee Kun Hee, presidente de Samsung a inicios de los noventa, quien inició la práctica de enviar a sus mejores jóvenes ejecutivos a los rincones más alejados del planeta en años sabáticos para que se sumergieran en culturas diferentes, aprendieran el idioma del lugar, hicieran redes de contactos y se convirtieran en centuriones de la expansión global de la firma.
Nilsen da una segunda lección: nunca desperdiciar una crisis. Fue en ese contexto que Apple trajo de vuelta a Steve Jobs que Toyota, tras fracasar en su primera incursión en Estados Unidos, apostó por implementar el ‘total quality management’; o que James Burke, CEO de Johnson & Johnson en 1982, decidió priorizar al consumidor y gastó US$ 100 millones en resolver la crisis de las botellas de Tylenol que aparecieron envenenadas con cianuro en Chicago.
Kaihan Krippendorf, en Fast Company, da otra idea clave: comprometerse a inspirar. La clave de varias decisiones del libro fue que se filtraron en la cultura organizacional, como prueban los casos de Johnson & Johnson o de Zappos.com cuando apostó por dar envíos gratuitos a sus compradores y, sobre esa base, desarrolló un servicio al cliente excepcional.
Una última moraleja aparece en la historia de Bill Gates y la decisión de tomarse una ‘Think Week’ cada uno o dos años, en la que se alejaba de Microsoft y su familia para empaparse de algún tema vital para la empresa. A su regreso de esta semana de aislamiento, Gates trazaba la visión estratégica de la firma para el futuro. Así fue que se dio cuenta de que Internet era el futuro y de que Microsoft estaba llegando tarde. De esta reflexión nacería Internet Explorer y también la idea de que cada líder toma grandes decisiones según su estilo y no siguiendo un único manual.