Val, Hungría (AFP).- ¿Saben David Beckham y Zinedine Zidane lo que le deben a Laszlo Oroszi, un modesto inventor de los alrededores de Budapest? Nada menos que el par de botas fabricadas por Adidas con el que jugaron sus mejores partidos, estableció la justicia húngara.
Para los aficionados al fútbol, la gama “Predator”, concebida por la marca de las tres líneas, es una leyenda: un modelo reputado que permite un golpeo más potente y más preciso, creado hace casi veinte años.
En el 2000, cuando se celebró la Eurocopa de Bélgica y Holanda, las primeras “Predator” dejaron su sitio a un modelo más innovador, las “Predator precision” y luego a las “Predator mania” en los que las “pequeñas líneas” de delante de las botas reemplazaban la piel destinada a mejorar el control del balón.
Las Predator, que calzaron los pies de estrellas de los años 2000 como Zidane, Luis Figo, Alessandro del Piero o Beckham, impulsaron la notoriedad de Adidas entre los fabricantes de artículos deportivos.
Para Laszlo Oroszi, de 63 años, estas botas fueron sobre todo sinónimo de miles de euros engullidos en una lucha judicial sin fin contra la marca alemana para que reconociera la paternidad de la tecnología de las “pequeñas líneas” de las botas.
[Incluso hubo una edición especial para la despedida del jugador peruano Roberto “Chorri” Palacios. Foto: USI]
Este miércoles, tras 14 años de juicio, se celebró una nueva audiencia ante la Corte Suprema para tratar el aspecto financiero del expediente.
En su casa, a unos 30 kilómetros de Budapest, este agrónomo de formación muestra las decenas de pares de zapatillas multicolores que ha fabricado tras haber pensado mucho tiempo en la manera de mejorar el control del esférico.
“No entendía por qué los jugadores tiraban tan frecuentemente a un lado, por encima de la portería o directo al guardameta. Entonces, pensé que el problema venía de la fricción entre el balón, muy liso, de cuero sintético, y las botas también lisas”, explica Oroszi.
Tras años de “trabajo y ensayos, de sudor y sangre”, estimó tener “la bota perfecta”, por lo que presentó una patente en 1996 y se reunió con los fabricantes.
“Enviamos una gran cantidad de prototipos a los clubes, sobre todo de Alemania y, después de eso, el director de desarrollo de Adidas vino a hablarnos para cooperar”, cuenta Oroszi.
¿Usurpación?
Los años pasaban sin novedades hasta que “vi mis botas en los pies de Beckham en un anuncio de publicidad de Adidas”.
Los modelos de la marca alemana son mucho más elaborados que los prototipos del húngaro, pero hay que reconocer en ellos el toque de las “pequeñas líneas”.
En consecuencia, en 2002 inició acciones judiciales en Hungría para intentar que Adidas admita que “robó” su invento, lo que el gigante alemán niega. Contactado por la AFP, el grupo no hizo comentarios sobre el asunto.
En el 2014, Oroszi logró un punto decisivo. “La particularidad de las botas Predator precision y Predator mania reside en la superficie dotada de finos ‘nervios’. Esta concepción original se debe a Laszlo Oroszi, quien la elaboró entre 1995 y 1996”, según estableció la justicia húngara.
[Laszlo Oroszi muestra dos de sus creaciones. Foto: hvg.hu]
El problema: debido a un error de formulación en su patente europea, este exmecanógrafo de una cooperativa agrícola durante la Hungría comunista, reconvertido en pastelero, puede únicamente presentar una solicitud de compensación contra Adidas Hungría, y solo por las botas vendidas por esta filial.
“En los años 90, el poder adquisitivo en Hungría era bastante débil y el volumen de ventas anual era probablemente de varios miles, no las decenas o incluso cientos de miles de pares” de Predator vendidas en el mundo, opina Ferenc Denes, experto en economía del deporte.
En noviembre, la justicia húngara le concedió 200.000 euros en concepto de indemnización, pero este miércoles el inventor pidió más ante la Corte Suprema, que emitirá su fallo el 1 de junio.
“Mi vida entera ha estado consagrada a este asunto, tuve que vender mi pastelería”, lamenta. “La suma del tribunal es tan poca que no cubre ni siquiera los costes de desarrollo de las botas…”, concluye Oroszi.