Ciudad de México (AFP).- Los clientes son peludos y andan a cuatro patas, a veces gruñen al degustar de dos bocados o rítmicos lengüetazos, los helados creados especialmente para perros por una heladería de Ciudad de México.
En una calurosa tarde, en menos de una hora una decena de perros acompañados de sus amos llegan a la heladería “Don Paletto, Il Capo di Gelato”, localizada en un céntrico barrio de clase media de la capital mexicana y una de los pocas que ofrece creaciones exclusivas para canes.
“En varias partes del mundo hay helados para perro, pero les ponen carne, entonces no es un postre. Yo me di a la tarea de crear un helado dulce que pudieran comer los perros”, comenta a la AFP Mauricio Montoya, publicista de 36 años propietario del establecimiento y que en su tarjeta de presentación se describe como “traficante de sabor”.
Desde hace dos años “Don Paletto” ofrece entre su menú de helados y paletas congeladas para humanos tres sabores especiales para perros: manzana-arándano, zanahoria-fresa y maní-banano.
“Tanque”, un enorme bulldog blanco con manchas grises, devora de dos bocados su helado mientras su amo, Carlos Hernández, de 43 años, se esfuerza por jalar de la correa para que no se coma el de su hermano perruno “Lucky”, un ejemplar criollo de tamaño mediano.
“Es la primera vez que los traemos, vamos a ser clientes, les gustaron mucho. Nunca les damos dulces, sólo comen croquetas para cuidarlos (del estómago), pero como estos helados son especiales para perros, se los damos con confianza”, explica Hernández.
Los clientes aumentan a medida que el termómetro sube. “A muchos perros los sacan a pasear al parque y luego los traen para que se refresquen”, dice.
Ingredientes balanceados
Montoya intentó varias recetas para crear estas golosinas caninas, asesorado por el veterinario de su perro “Jagger”, un pointer inglés que desde el fondo de la heladería observa entre fascinado y ansioso cómo de la nevera sale un helado tras otro.
“Los ingredientes son naturales, usamos sólo frutas, zanahoria, crema de cacahuate y un yogurt natural orgánico que como contiene lactobacilos ayuda a la digestión de los perros. No usamos azúcar. Buscamos un balance. ‘Jagger’ fue mi conejillo de indias, puede comer uno tras otro”, explica Montoya.
La heladería repentinamente se hace minúscula cuando llega “Súper”, un viejo pastor inglés que con su gran tamaño y abundante pelo acapara la atención de canes y humanos. Sin esperar a que le compren su golosina, se lanza sobre el helado a medias que dejó “Romina”, una tímida bagle que le encontró más gusto al cono de galleta.
“A pesar de su tamaño, ‘Súper’ no come mucho, pero este helado realmente le ha encantando”, dice Iván Guzmán al observar asombrado cómo su perro va por su segundo helado y hasta se para en dos patas cuando se lo alejan del hocico.
Pese al reducido espacio, Montoya asegura que “Don Paletto” jamás ha sido escenario de una pelea involuntaria de perros y cuenta que tiene un cliente que acude con nueve pit bull, raza considerada agresiva, sin que jamás haya habido incidentes.
Perros pequeños como el pug “Justino” o el pomerania “Nerón” prefieren las paletas heladas, que degustan a lengüetazos.
En esta heladería se han tejido alegres historias caninas, pero también hay un capítulo que Montoya recuerda nostálgico: “Una vez vino una perrita, estaba enferma, la iban a sacrificar y la trajeron a comer helado, querían que su último día fuera especial”.