La gran puja por las joyas sobre cuatro ruedas

Los autos se convierten en obras de arte para las casas de subasta. un Ferrari 250 LM que fue vendido por US$ 14.3 millones y un Talbot Lago de diseño art decó, a US$ 7.1 millones.

(Foto: Difusión)
(Foto: Difusión)

RIPE
Red Iberoamericana de Prensa Económica
Expansión – España

Hay que ponerse firmes ante semejante desfile de cuatro ruedas. Pocas veces en la historia se han juntado bellezas del motor con tanta clase como las que RM Auctions y Sotheby’s subastaron.

Al mejor postor
Las estrellas fueron un Ferrari 250 LM que fue entregado por US$ 14.3 millones y un Talbot Lago de diseño art decó descapotable de 1938, por US$ 7.1 millones.

“Los vehículos se han seleccionado para celebrar los grandes hitos en la historia del automóvil”, señala Alain Squindo, vicepresidente de RM Auctions y responsable de colecciones privadas.

Para Leslie Keno, vicepresidente senior de Sotheby’s, estos vehículos de subasta son ‘esculturas rodantes’.

El mismo criterio que ponemos en evaluar las obras de arte –línea, proporción, diseño, originalidad y origen–, lo hemos empleado al valorar los automóviles”.

Al detalle
El Ferrari 250 LM de 1964, diseñado por la carrocera Scaglietti, tiene un chasis 6107 y es el número 24 de los 32 que se construyeron. Es una novedad, no se ha lanzado uno a la venta en décadas.

Espíritu de avión
El segundo coche con mayor estimación de la subasta fue el Talbot Lago T150C SS Teardrop Cabriolet de 1938.

Tuvo lugar en Francia en la década de los 30, y su responsable fue un italiano con base en París, Joseph Figoni.

Influido por la estética de los aviones que veía en el aeropuerto junto a su taller y el art decó, desarrolló para Talbot Lago el diseño del chasis “gota de agua”.

Otra joya de la subasta sin duda fue el Cadillac conocido como La Duquesa. Se trata de una limusina encargada en 1941 por los duques de Windsor. Su precio parte en US$ 501 mil y se dispara hasta US$ 786 mil.

En corto
Distinción. Un Rolls-Royce Phantom II Continental Sports Coupé de 1933 y un Duesenberg Model SJ Beverly del mismo año se vendieron. El primero es uno de los coches que mejor representa la esencia de la Era Clásica del automovilismo.
El segundo es la contrapartida norteamericana del anterior, con la firma del diseñador Gordon Miller Buehrig.

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