Si tu padre es asesinado por el régimen represivo de Stalin y, por extensión, tu madre es enviada a un campo de internamiento cuando aún eres una niña, ciertamente cabe esperar que tu biografía no va a ser auspiciosa, pero Maya Plisétskaya nunca fue previsible ni lógica.
Esta mujer a la que la muerte encontró hace dos días haciendo maletas para un tour que celebraría sus 90 años (los cumpliría el 15 de mayo), se fue de este mundo con el enorme título de primera dama de la danza clásica del siglo XX.
De ascendencia judía en la URSS de Stalin, fue la danza la que la salvó a Plisétskaya de un destino aciago. Con solo 3 años empezó a bailar y para sus 23 ya era primera bailarina del mítico Teatro Bolshói.
Experiencia
“Cuando la vi bailar ‘La muerte del cisne’ sentí que la piel se me erizó, parecía que no tenía huesos en los brazos, la mirada cuando ejecutó la pieza del ‘cisne negro’, era tan intensa que te paralizaba por completo”.
Gina Natteri vuelve a 1975, a esa noche en el Teatro Municipal cuando vio a Maya bailar. Cuarenta años después la actual directora de la Escuela Superior de Ballet Nacional recuerda que entonces ella bailaba en la Escuela de la Universidad de San Marcos.
“Esa primera vez no tuvimos mucho contacto, pues ella bailó sola y nosotros montamos piezas aparte, pero al año siguiente vino para montar ‘Carmen’ y ahí sí compartimos escenario, nos deseo suerte antes de entrar a escena, incluso compartimos un almuerzo en La Granja Azul”.
La bailarina peruana recuerda que Maya solo hablaba ruso, pero encontraron la forma de comunicarse. “Así somos los artistas”.
En corto
Una mujer sin medias tintas
Polémica. Maya Plisétskaya nunca fue una mujer de medias tintas. Hace 20 años publicó unas memorias donde descubría las intrigas y burocracias del ballet ruso y revelaba cómo había logrado imponerse al bloqueo ruso.
Ella fue una de las pocas bailarinas que pudo presentarse fuera sin mayores restricciones.