“Las galerías de arte no venden lo que más vale, sino lo que más sale”

El escultor reconoce que con cada pieza “quiere dejar algo más que sus huesos”. Y considera que el refrán “es barato lo que se puede vender a más” no debería aplicarse al arte.

(Foto: Manuel Melgar)
(Foto: Manuel Melgar)

Álvaro Roca Rey se apasionó por las artes plásticas desde niño. El escultor aún mantiene fresca en su memoria una anécdota a la que siempre recurre entre risas.

“Una vez estaba tan aburrido en la escuela que dibujé una sirena con unos pechos inmensos, era fabulosa; pero el profesor se percató, fue un escándalo, llamaron a mi madre, quien al ver lo creado solo replicó: ‘Eso es una buena noticia, siempre quise tener un hijo artista’”.

¿En qué momento se da cuenta de que quería ser escultor?
Sobre todo cuando me enviaron al taller de mi tío Joaquín Roca Rey. Lo que en el colegio estaba prohibido ahí estaba estimulado: jugar con barro, con yeso, manejar soplete, crear figuras para darles tres dimensiones. Supe que quería ganarme la vida con eso.

Su madre lo apoyó siempre…
Ella me puso dos condiciones: una, que no sea autodidacta; dos, que luego estudie algo que me diera de comer. Otros hacen al revés, pero si dejas en espera lo que te gusta, se pierde el entusiasmo. Siempre he creído en la ley del mínimo esfuerzo. Y en mi caso era expresarme artísticamente. Las matemáticas, en cambio, me parecían horribles.

¿Pero no se aplican a la hora de armar una escultura?
Sí, mis esculturas están basadas en fórmulas, dimensiones y ecuaciones para mantener equilibrio, la simetría, para establecer las curvas, de hecho, me asesoro, pero sospecho que es una suerte de catarsis, como si siguiera luchando como cuando estaba en el colegio y quisiera demostrarme que sí soy capaz de resolverlo.

¿La inspiración viene de modo inesperado?
Sale de adentro. Es la necesidad de satisfacer una pasión. Y como toda creación es dolorosa. Es como cuando uno tiene hijos, uno quiere perpetuarse, ‘seguir siendo’, con una obra ocurre igual, uno quiere dejar algo más que sus huesos. Y ¿por qué una forma y no otra?, pues es lo que a uno le brota como el tono de voz.


Recuerdo. Mis compañeros de la Escuela de Bellas Artes (Suiza) y yo queríamos ser Picasso, no solo eso, pensábamos que lo lograríamos (Foto: Manuel Melgar)

Hace poco una pieza de Modigliani se vendió por más de US$ 170 millones, ¿qué determina el valor de una obra?
Modigliani vendía sus obras al valor de lo que más o menos le costaba la renta: US$ 500. El fenómeno de los impresionistas alteró la visión económico-artística.

¿De qué manera?
Cuando las personas se dieron cuenta de que lo que habían comprado barato (como una pieza impresionista) podía dispararse en 20 años, empezaron a adquirir obras no en función al placer que les producía admirarlas, sino en base a cómo se multiplicaría una inversión. No entiendo por qué una pieza tiene que revaluarse, si proporciona un deleite diario.

¿Y cuál es el papel que asumen los coleccionistas?
El coleccionista tiene un discurso expositivo: se preocupa de que haya relación entre una y otra obra; si se conforma con cualquier pieza con tal de tenerla, es un acumulador o especulador, menos coleccionista. Además, el refrán “es barato lo que se puede vender a más” no debería aplicarse al arte.

Entonces, el valor de una obra no se mide por su cotización en el mercado…
Las galerías en su mayoría no venden lo que más vale como arte sino lo que más se vende. Si un artista hace cosas estupendas pero nadie las compra, no lo van a exponer.

¿Algunas obras responden más a una sociedad consumista?
Cada día la frontera entre el arte puro e industrializado es más tenue. La línea entre lo que es arte y lo que no es arte ya desapareció. Y no ahora. Recordemos el Urinario, de Marcel Duchamp. Se me viene a la mente un ensayo de Mario Vargas Llosa que dice que muchos artistas han perdido el sentido filosófico y estético (del arte) para convertirlo en espectáculo.

¿Debe generar más que deleite?
La función del arte siempre ha sido discutida, tiene que proporcionar placer pero también invitar a reflexionar. ¿Por qué cuando estamos ante una pieza de Goya sentimos algo que no nos ocurre con otra obra?, ¿qué hay dentro? Por eso, para crear una obra hay tres principios fundamentales, nadie sabe cuáles son (risas).

¿Cuál es el peor pecado que puede cometer un artista?
Quedarse satisfecho. Porque uno se empieza a copiar a sí mismo. Eso es una tentación. Picasso decía: un artista debe vender lo que hace y, no hacer lo que vende (risas). Es peligroso. Cuando empiezas a hacer únicamente lo que se vende, ya no creas, repites.

OTROSÍ DIGO
La museología, un ámbito con futuro
Espacio con demanda. Según Roca Rey, una de las carreras que más futuro podría tener en el Perú, aunque no en masa, es la museología. Si bien en la actualidad se ha frenado, el crecimiento de museos en Perú era uno por año y, de acuerdo al escultor, eso ya es bastante. No obstante, “solo en pocos museos contamos con personal especializado”.

HOJA DE VIDA
Nombre: Álvaro Roca Rey.
Cargo: Director general MAC.
Cargos anteriores: Exdirector del Museo de Oro y del Museo de la Nación.
Ocupación: Escultor y museólogo.

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