“Cada exposición es como un producto, y mi tarea es conectar al público con ese producto”. Con esas palabras Flavio Calda resume parte de su función como gerente general del MALI. Se confiesa un apasionado del arte colonial, de la historia detrás de cada cuadro, y cree que los números siguen siendo importantes a la hora de gestionar un museo.
¿Su ingreso al MALI supuso su primer contacto con el mundo del arte?
Siempre he tenido interés en el arte, tengo una maestría en Media & Entertainment, y si bien la cultura es algo más específico, sigue siendo una fuente de entretenimiento.
¿Los números siguen siendo importantes para un museo?
Si antes en el rubro de consumo masivo veía la tasa de rentabilidad, hoy veo el número de visitantes. Es cuestión de cambiar la métrica, de manejarlo como una empresa. Al final, un museo se ve beneficiado de tener una mentalidad gerencial. No porque seamos una organización sin fines de lucro, las métricas, la gestión, la medición de resultados van a ser dejadas de lado.
¿Hay muchos obstáculos para intentar conectar a las personas con la cultura?
Cada exposición es como un producto y mi tarea es conectar al público con ese producto. La gente viene porque le damos una experiencia que valora, entonces se puede llegar a ella de distintas maneras. Ahora segmentamos más. Queremos que las personas entiendan que pueden consumir cultura para inspirarse, para relajarse.
Si tuviera que mencionar un desafío, ¿cuál sería?
Somos una entidad sin fines de lucro pero tenemos que ser autosostenibles. Nunca nos van a faltar proyectos interesantes para hacer. Tenemos más proyectos que plata (risas).
¿Cómo definiría su estilo de liderazgo?
Siempre he tratado de conseguir que las personas que están aquí tengan una motivación. De otro lado, creo que también es vital tener una estrategia y determinar las variables que son realmente importantes.
¿Qué arte atrae más?
La época colonial y republicana me parecen más interesantes. Nosotros tuvimos una exposición de José Gil de Castro, el hombre que retrató a José de San Martín, Simón Bolívar, etc. Su historia es muy rica.
¿Qué actividades le ayudan a desconectarse?
Practicar deporte, viajar sobre todo, a pesar de que termino viendo museos, pero es inevitable (risas).
¿Ahora analiza mucho los museos a los que va?
Mi experiencia en museos se ha ‘arruinado’ de por vida (risas). Ahora cuando voy a un museo, evalúo los letreros, los folletos, la manera en que se han dispuesto las luces, etc. Por ejemplo, el MoMA (Nueva York) es espectacular, su labor para conectar con su público es increíble. Mi iPhone está lleno de fotos de museos. Hay buenas prácticas que podemos replicar.