Bloomberg.- La FIFA, el cuerpo gobernante del fútbol, se ha distanciado de la construcción de estadios utilizados en la Copa del Mundo 2014 en Brasil después de que los investigadores del país alegaron que al menos la mitad fueron construidos sobre la base de contratos corruptos.
Las empresas constructoras y los funcionarios de los gobiernos locales manipularon el proceso de licitación que llevó a que ciertas firmas fueran seleccionadas para construir las arenas a cambio de sobornos, de acuerdo a acusaciones formuladas como parte de las negociaciones de condena de Odebrecht SA, el gigante brasileño de la construcción que está en el corazón de un escándalo de sobornos a nivel nacional. El resultado fue que los costos de construcción se volvieron mucho más caros de lo previsto inicialmente.
Las mejoras al estadio Maracaná de Río, donde Alemania venció a Argentina en la final, terminaron costando más de US$ 300 millones, un tercio más que los US$ 200 millones estimados en principio. El costo de todo el torneo fue de alrededor de US$ 3,000 millones, varias veces por encima del presupuesto.
La FIFA, que lucha por recuperar su propia reputación tras un escándalo de corrupción en 2015 que provocó el despido de la mayor parte de sus gerentes y críticas de los aficionados y patrocinadores, dijo que no tenía nada que ver con los proyectos de los estadios, a pesar de que fueron diseñados para cumplir con sus requisitos específicos para la Copa del Mundo.
Gasto absurdo
“La adquisición de estos servicios se hacía según el criterio y bajo el control de las respectivas autoridades de los estadios sin ninguna influencia ni control de la FIFA”, dijo el organismo de fútbol en una respuesta por correo electrónico a las preguntas del jueves. “La FIFA espera que todas las partes involucradas en la organización y celebración de competiciones de la FIFA sigan las leyes y reglamentos locales”.
Un “absurdo” de US$ 300 millones se gastó en la Arena Corinthians de São Paulo, escenario del primer partido del torneo, en el que Brasil jugó contra Croacia, en comparación con un costo estimado de unos US$ 100 millones, según testimonio del ex presidente ejecutivo de Odebrecht, hoy encarcelado, Marcelo Odebrecht. El precio fue acordado en una cena con políticos de alto rango, dijo. El máximo tribunal de Brasil también indicó que los estadios de Recife, Fortaleza y Brasilia --este, el más caro-- presentaban irregularidades.
La empresa Odebrecht fue condenada a pagar una multa de US$ 2,600 millones en Estados Unidos en concepto de soborno.
La FIFA solicitó al Brasil seleccionar entre ocho y 12 estadios para acoger el evento más visto del deporte. Brasil tomó el número más alto, y casi todos los costos fueron cubiertos por el dinero público, aunque el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo que serían enteramente financiados por entidades privadas.
Varios de los estadios ahora sufren dificultades financieras y poco uso, incluyendo el de Brasilia, una ciudad que no tiene un equipo de fútbol en la primera división. El estadio Mané Garrincha, de 72,000 plazas, que en el momento de la construcción fue el segundo más caro en la historia del fútbol, se ha utilizado como depósito de autobuses.
“Cada país anfitrión también tiene que diseñar sus estadios de tal manera que puedan ser utilizados en forma sostenible a más largo plazo”, dijo la FIFA en un documento emitido antes del torneo.