Fernando de Szyszlo se ha convertido en leyenda. El pintor, escultor y pensador peruano, que falleció el lunes a los 92 años junto a su esposa Liliana Yábar, se erigió como una de las figuras más resaltantes del arte contemporáneo y uno de los exponentes claves del arte abstracto en América Latina.
El escultor Álvaro Roca Rey lo considera “el pintor peruano más notable del siglo XX”. El suyo era un universo abstracto, lleno de texturas y colores que remiten al espectador a la tradición precolombina, con la cual mostró desde siempre una estrecha vinculación.
“De Szyszlo estableció un lenguaje propio al punto de que se hace posible reconocer un cuadro suyo casi de inmediato: el uso de formas afiladas, de rojos y negros, de amarillos y violetas denotan un juego entre erotismo y muerte, una pugna permanente que se convirtió en marca de su obra”, argumentó en conversación con una emisora local el escritor Alonso Cueto.
Ante todo, el notable artista plástico supo marcar un punto de quiebre: en una época en que imperaba el indigenismo y en que no había difusión sobre el arte conceptual y abstracto (que ya empezaba a surgir en Europa y Estados Unidos), “De Szyszlo se convirtió en un impulsor clave de las tendencias internacionales en el Perú”, sostuvo Roca Rey.
Fue un pintor prolífico. Para el año 1974, cuando se casó con la poetisa peruana Blanca Varela, con quien conformara uno de los matrimonios más intelectuales de la época, se estimaba que albergaba alrededor de 1,500 obras, y hacia el 2014 habría pintado cerca de 2,500.
“No hago otra cosa que malograr cuadros”, dijo en su última entrevista a Gestión.
Así, aunque concluía que cada pintura era una derrota y aseguraba que no consideraba ninguna como vástago (“no sé dónde andan”, exclamaba), jamás dejó de pintar, crear y hacer planes.
Algunas de las obras del pintor pueden apreciarse tanto en el Museo de Arte de Lima (MALI) como en el MAC de Barranco.
Compromiso con su vocación
Con su desaparición, se marchó además “el ejemplo vivo de un artista comprometido”, resalta Armando Andrade, presidente del Comité de Subastas del MALI. Y, aunado a ello, uno de los últimos peruanos en haber departido con autores de la talla de Octavio Paz, André Breton y Julio Cortázar.
Su viaje a Francia a fines de la década del 40 le permitió entrar en contacto con el surrealismo y abstraccionismo, así como moverse en círculos literarios; lo cual le facilitó convertirse a su retorno en un eje fundamental del renacimiento artístico local.
“No solo se nos ha ido una persona dedicada al arte, también alguien permanentemente atento a los avatares políticos del Perú”, añadió Armando Andrade, representante del MALI.
Impacto en el mercado
No obstante, para Álvaro Roca Rey, la desaparición de De Szyszlo incrementará el interés del público en su obra y eventualmente en los precios establecidos en el mercado del arte.
“Una vez limitada la producción, suele ocurrir que sube el valor, aunque hay casos en los que baja, pero estoy casi seguro que con De Szyszlo habrá más interés y eso se traducirá en el precio”. Punto con el cual coincide Armando Andrade, aunque precisó que “las reglas del mercado son independientes a la calidad de la obra per se”.
Lo cierto es que, en la actualidad, las obras del pintor peruano pueden apreciarse en el Museo de Arte Moderno (España), Museo de las Américas (Washington DC), Museo de Arte Moderno (México), entre otros. Una notoriedad y presencia continua que ha conllevado a que muchos de sus cuadros sean subastados en casas como Christie’s y Sotheby’s.
En efecto, según contó el propio artista años atrás, su cuadro más costoso fue vendido en Christie’s por US$ 185,000, el mismo que ofreció a US$ 1,500 en una exposición en Puerto Rico.
Fernando de Szyszlo ostenta así una trayectoria llena de hitos: el hecho de que uno de sus cuadros fuese comprado por John Lennon (seis meses antes de que fuera asesinado) es solamente uno de ellos.
EN CORTO
Galardón. En reconocimiento a su destacada trayectoria, en el año 2011 Fernando de Szyszlo recibió la orden El Sol del Perú en el grado de Gran Cruz. Ese mismo año se inauguró una amplia retrospectiva de su obra en el MALI, la cual duró alrededor de tres meses.