Fernando Alonso: “Soy consciente de que en mi infancia me faltaron cosas”

Fernando Alonso, el campeón más joven en la historia de la F1 se confiesa en esta entrevista con la sección Fuera de Serie del diario español Expansión.

Fernando Alonso de 33 años es uno de los pilotos más ricos del mundo.
Fernando Alonso de 33 años es uno de los pilotos más ricos del mundo.

Anuncia su deseo de retirarse en McLaren, el coche que admiraba con 7 años, y de que su actual pareja, la periodista Lara Álvarez, sea la definitiva.

Está sentado a mi izquierda, a un escaso medio metro, y dice que no es él. “No, yo no soy ese tipo con gorra y las pulsaciones a 180 que veis en la televisión después de haber corrido durante dos horas a 300 km/h en un circuito de F1”. Advierto que también lleva gorra, la misma gorra blanca y negra terminada en visera, que dice llamarse como el otro y que yo no he ingerido ningún alucinógeno esta mañana. Pero es cierto que este a mi izquierda es bastante más guapo, tiene la barba crecida pero peinada con esmero, el pelo tal vez más claro, clareado o teñido castaño de sol, una dentadura perfecta que da ganas de morder y, lo más sospechoso: una actitud casi zen.

Fue tras abandonar la carrera en Montmeló. Traicionado por los frenos de su máquina, la misma que en febrero le empotró contra un muro en la curva 3 del mismo Montmeló, a punto estuvo ayer de arrollar a su equipo de mecánicos en la parada técnica que fue definitiva, vuelta 27. Y aquí lo tienen hoy, “feliz; sería injusto no estar contento, cuando soy el piloto con más puntos en la historia de la F1 [hasta el Gran Premio de Montreal acumulaba 1,767], tengo la mejor familia posible y la mejor compañera del mundo [la periodista Lara Álvarez]. Vivo muy bien de lo que más me emociona. Claro que me gustaría conseguir más títulos y victorias, pero no me ciega el ego ni lo material: no puedo frustrarme porque me falte un trofeo en la vitrina”.

¿Será este Fernando Alonso, Oviedo, 29 de julio de 1981, bicampeón mundial de F1, o será el otro? No lo sabré porque no me deja ver sus ojos, parapetados tras unos espejos azules, aquejados de un orzuelo pertinaz que ha dado la vuelta al mundo en Twitter (Orzuelo de mi viiiiidaaa!!!). Ha venido a Montjuic, mítico circuito de los 60, pero no a correr sino a firmar y apoyar Únete al pacto, una iniciativa de Diageo (Johnnie Walker), líder mundial de bebidas premium, que dice: Si conduces no bebas (nota: el 40% de los conductores fallecidos en España en 2014 habían consumido alcohol o drogas).

Llega a Barcelona este pacto por la vida después de recorrer 50 países en cuatro continentes. Al bicampeón de la F1 no le gusta el alcohol y no le parece paradójico que la campaña la impulse una de las firmas que más factura en el mundo por la venta de espirituosos, patrocinadores de su escudería, McLaren-Honda: “Ellos son los primeros en promover un consumo responsable del alcohol; no, nada paradójico.

Me uno al pacto como piloto profesional, y quiero enviar un mensaje claro a los que solo nos veis en la pista: allí lo damos todo y nos dejamos la adrenalina, pero cuando cogemos el coche para ir al supermercado, al cine o a un restaurante, somos gente calmada y es nuestro deber dar ejemplo. El circuito no es la carretera, está preparado para la velocidad, respetamos unas normas estrictas de seguridad y nuestra concentración es altísima, algo que no ocurre en la conducción diaria, donde la más mínima falta de atención no solamente te pone en peligro a ti sino a todos los demás. Yo quiero compartir la carretera con gente concienciada”.

Pregunta. Dicen los comentaristas que se ha entregado usted al positivismo, que después del susto de Montmeló su semblante parecía salido de una sesión de yoga. ¿Se nota a sí mismo cambiado?

Respuesta. No, siempre he sido así. Pero cada vez que empieza la temporada hacen el mismo comentario y, a medida que va pasando o cuando estamos en pretemporada o estoy descansando, se vuelve a formar la avalancha a partir de un grano de arena: que si soy serio, hermético, opaco, que nunca hablo y que estoy triste. Y cuando empieza la siguiente: “¡Anda, estás más relajado y feliz!”. Siempre igual.

P. O sea, que el cuento es viejo.

R. Sí, sí, es la normalidad. Pero yo estoy feliz y contento, y disfrutando de un buen momento.

P. Fue el más joven campeón de la historia de la F1, ¿cómo marcó esto su personalidad?

R. Fue un momento muy especial en mi vida, y claro que te marca, sobre todo si tienes 24 años y consigues un éxito deportivo tan grande. Inevitablemente cambian muchas cosas, la privacidad, la forma en que la gente te ve, y seguramente vives cosas que no tocan a esa edad, porque no tienes la madurez necesaria y no estás preparado para ello. Pero aprendí lo más rápido posible.

P. Más atrás aún, ¿añora su infancia?

R. Soy consciente de que en mi infancia y adolescencia me faltaron cosas, sobre todo si me comparo con los amigos del instituto y el colegio, que son los mismos que tengo ahora. Ellos hicieron cosas que yo me he perdido, pero no añoro la infancia porque he vivido otras experiencias que me han servido igualmente para disfrutar. Una cosa se compensa con la otra.

P. Fernando, ¿es difícil asumir una decimotercera posición después de tanto tiempo en la pole position?

R. Bueno, me lo tomo como un momento de transición. Cuando nace un proyecto nuevo hay mucho que mejorar y hay que aprender a marchas forzadas. Estoy convencido de que es solo una cuestión de tiempo volver a una posición más natural en mi carrera. En este momento tengo que estar muy fuerte mentalmente y muy convencido de lo que hago para no desesperarme.

P. “Un punto o dos no me cambia la vida”, dijo en la primera jornada del circuito catalán que terminó en la posición 13. “Quiero ser campeón del mundo”. ¿Todavía optimista, después de Montmeló?

R. Síii, claro que sí. Es que desde fuera se ve todo diferente, hay una necesidad urgente de ver un resultado, pero dentro del equipo hay un plan a mucho más largo plazo, sabemos que quizás en las próximas cuatro o cinco carreras vamos a estar en la posición 15 y, por tanto, no vamos a puntuar, y si llegamos al 11 estaremos exultantes y, esto, la gente desde casa no lo entiende. Pero es comprensible que así sea, y las críticas me parecen muy justas, porque estamos a un nivel muy bajo respecto a las expectativas sobre McLaren-Honda. Hay que cambiar la situación lo antes posible, pero siguiendo un orden y un programa detallado, con profesionalidad y disciplina. El podio llegará si se hace bien este trabajo.

P. ¿Usted se sigue llevando bien con el coche pese a los fallos, tan evidenciados?

R. Sí, creo que tiene mucho potencial, igual que el equipo. Todos los técnicos y diseñadores son gente muy respetada que viene de otros equipos y han fichado en los últimos dos años. Todas estas ideas necesitan un poco de tiempo para ser puestas sobre la mesa y que den resultados.

P. En Montmeló volvió a pasar por aquella tercera curva [donde en febrero se salió de pista y chocó contra el muro interior] y encima le fallaron los frenos. ¿Piensa en la muerte en un momento así o un piloto no puede pensar en la muerte nunca?

R. No, no pienso en la muerte, en ningún momento. Cuando estás en el coche sientes respeto por la velocidad, sabes que puedes sufrir un accidente en cualquier momento y que puede tener más o menos consecuencias, pero nunca fatales, eso nunca lo piensas.

P. ¿El miedo no cabe en su coche?

R. No, miedo nunca, respeto por lo que hago, sí. Sé que tengo que tomar ciertas precauciones y soy consciente de que cada vez que me subo al coche hay un mínimo riesgo, al que me enfrento sin ningún miedo.

P. Cuando declara que este será su último equipo en F1, ¿quiere acaso decir que ahora sí piensa en el adiós?

R. Bueeeno [a Alonso las acotaciones le salen con un deje asturiano que le va acercando al interlocutor, medio metro menos varios buenos], me gusta la combinación de McLaren y Honda: es una de las razones por las que hoy soy piloto de Fórmula 1. Cuando tenía 6 o 7 años veía en la tele ganar a Ayrton Sena con el McLaren-Honda de aquella época, todos mis cochecitos de niño eran un McLaren-Honda rojo y blanco, y fue a esa edad de 7 u 8 años cuando abrí los ojos y deseé llegar algún día a ser piloto de Fórmula 1.

El primer kart que tuve, con 3 años, fue una réplica que mi padre hizo a mano del McLaren-Honda de Ayrton Sena; es decir, corrí con un McLaren-Honda de mentira durante dos años, y ahora tengo tres años de contrato por delante para acabar mi carrera con un McLaren-Honda de verdad pilotando en la F1. Sería cerrar el círculo de manera perfecta.

P. Fernando, se ha aireado no pocas veces su difícil relación con los periodistas, y ha terminado enamorándose de una periodista, ¿esto sí es una paradoja?

R. [Sonríe]. Noo, como ya le he dicho, nunca he tenido ningún problema con los periodistas; creo que es una confusión generada por el momento en que se hacen las entrevistas. Salgo por televisión cada fin de semana, a 180 pulsaciones por minuto, después de correr durante dos horas a 300 km/h en un circuito de F1, y por tanto no se puede ver al mismo personaje que se vería en un programa de entretenimiento o contando chistes en un espacio de humor.

Desde casa es difícil discernir el carácter o la personalidad de una persona que sale 30 segundos por televisión: uno está contando un chiste y el otro, respondiendo a unas preguntas que encima son incómodas porque acaba de terminar una carrera de máxima tensión y sabe que lo está viendo todo el mundo. Pretender conocer a esa persona es un error: yo interpreto un papel cada vez que salgo en televisión; ese no soy yo, es un tipo con una gorra que se me parece.

P. ¿Puede servirle de consuelo que hasta le han calificado de simpático por haber comparado su entrada en boxes con una partida de bolos (“casi juego a los bolos con los mecánicos”), aunque no hubiera tenido ninguna gracia atropellarlos?

R. [Se ríe]. Cambia mucho también el hecho de que ya no estoy tan presente en los medios, en el puesto 14 o 15 sales cada dos semanas, pero cuando estás luchando por ganar el mundial sales cada dos días. Cambia la atención mediática y es un hecho curioso que, no solo en España, sino en el mundo entero, cuando las cosas van bien y estás continuamente en los medios se crea una incomodidad hacia ti entre el público. En cambio, cuando las cosas van normal o algo peor, empiezas a caerle simpático a mucha más gente.

P. Fernando, y volviendo a su relación afectiva, ¿le gustaría que fuese la definitiva, la del adiós a las carreras y la vida…, en familia?

R. Lara es una persona excepcional y por tanto está fuera de la norma, de modo que ojalá así sea.

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