Bloomberg.- Tal como lo cuenta Tina Huang, el camino a su dimisión de Twitter Inc. fue una experiencia kafkiana. Dijo que le negaron ascensos, la llevaron a creer que sus habilidades de programación eran inferiores, le pidieron que tomara una licencia y la reprendieron por hacerlo.
Dos años atrás, presentó una demanda, afirmando que la compañía traba sistemáticamente el avance de las ingenieras. Desde entonces, viene recolectando datos sobre género y remuneraciones correspondientes a sus pares en la empresa y dice que está en condiciones de probar que Twitter manipula la situación.
En enero, proyecta pedir permiso a un juez estatal para representar a 133 ingenieras de Twitter, en una causa que, de ser certificada, sería la primera demanda colectiva de su tipo en Silicon Valley.
Huang dijo en una entrevista que ha llegado la hora de hacer algo que hasta el momento no se hizo: forzar las arraigadas barreras dominadas por hombres en el sector de la tecnología.
Un catalizador, dijo, fue una publicación de blog de Susan Fowler, una ex ingeniera de Uber Technologies Inc., en la que detallaba un entorno de trabajo predatorio, luchas internas, una organización “caótica” y un acoso sexual patente. Esa publicación contribuyó a la destitución del fundador y máximo responsable.
“No solo vimos producirse una acción real en Uber, sino que se empezó a hablar más” a continuación, dijo Huang. “Las mujeres nos sentimos envalentonadas”.
Twitter ha rechazado las afirmaciones de Huang en expedientes judiciales y en un comunicado --diciendo que renunció voluntariamente al serle negado un segundo ascenso y que los directivos de la compañía trataron de convencerla de que se quedara.
“Twitter se empeña en ser un lugar de trabajo diverso y solidario y creemos que los hechos demostrarán que la srta. Huang fue tratada en forma justa”, dijo la compañía.
Discurso más amplio
Desde la presentación de la demanda, la dinámica de Silicon Valley cambió. En septiembre, tres mujeres de Google querellaron a la empresa en una demanda colectiva, afirmando que esta paga sistemáticamente más a los empleados varones que a sus homólogas mujeres.
Súmese a esto una oleada de mujeres que se han hecho oír en los últimos meses con denuncias contra compañías de tecnología y capital riesgo, alegando acoso sexual, lo cual pone de relieve el terreno inestable que enfrenta el género femenino, tanto cultural como profesionalmente.
“Oír las historias de muchas otras mujeres me ayudó a entender que mi incidente, pese a ser único en sus detalles, forma parte de un discurso más amplio”, dijo Huang.
“Es básicamente imposible que un individuo sepa con una certeza del 100 por ciento que su promoción fue negada por razones de género. La única manera de entender el prejuicio sistémico es que todas compartamos nuestra experiencia para analizar qué está pasando en conjunto”, dijo.
Huang ingresó en Twitter hace ocho años entre sus primeros ingenieros. En 2013, era parte de las personas que estaban siendo consideradas para un ascenso.
Los ingenieros de Twitter son puestos en un “escalafón técnico” con una jerarquía de ocho niveles. Cuando Huang se incorporó a la compañía, ese escalafón no existía, pero finalmente fue ubicada en el cuarto nivel.
Ninguna mujer había alcanzado nunca el quinto, pero era un paso fundamental porque es el nivel donde los trabajos de ingeniería pasan de la programación y proyectos discretos a la gestión de alto nivel.