(Bloomberg).- En agosto, en su principal subasta en Pebble Beach, California, la casa de subastas de automóviles exclusivos Gooding & Company ofrecerá un par de Mercedes-Benz 300SL de mediados de siglo: un cupé con puertas de “ala de gaviota” y un modelo de dos plazas con capota. No es nada atípico.
Casi todas las subastas de Gooding contaron con al menos un 300SL de calidad. Tener uno es casi un requisito para cualquier colección exigente de coches de primer nivel.
Pero estos dos autos en particular se distinguen por su procedencia única e impecable. Ambos fueron comprados nuevos por un ejecutivo editorial de Chicago amante de los autos en 1955 y 1957, y desde entonces permanecieron en su familia (el actual dueño es el hijo).
[El convertible 300SL.]
Mantenidos y ejercitados regularmente en su condición original, sin restauraciones, con pintura de fábrica maravillosamente desgastada, estos últimos sesenta años recorrieron sólo 85,000 kilómetros entre los dos.
“Son coches que nunca se exhibieron, y la comunidad de Mercedes nunca supo que existían”, dice Garth Hammers, el especialista en 300SL de Gooding, que creció rodeado de puertas de ala de gaviota y sus coleccionistas; su padre llegó a tener seis.
“Los dueños nunca entraron a un club, nunca los llevaron a una exhibición. Tan sólo los disfrutaron como autos. Que sigan en manos de la misma familia hace tanto tiempo es algo sin precedentes”.
Los coches se ofrecerán individualmente, pero en lotes consecutivos, en agosto. Gooding estima que el cupé se vendrá a entre US$ 1 millón y US$ 1.3 millones y el de dos plazas, entre US$ 800,000 y US$ 1 millón. Pero dada su exclusividad, podrían venderse a mucho más, especialmente si un solo coleccionista quiere los dos y debe superar a otros postores para quedárselos.
Extravagancia
Los Mercedes-Benz 300SL modelos 1954 a 1963, en forma de cupé con puertas de ala de gaviota o de dos plazas con capota, son uno de los vehículos más icónicos del siglo XX, una extravagancia europea llamativamente sofisticada con demasiada ingeniería de una época en la que la innovación automotriz estadounidense solía ser poco más que aumentar la cilindrada y el cromado.
Se fabricaron más de 3,200 en total, una cifra considerable comparada a las Ferrari de la época, pero siguen figurando entre los vehículos de colección más confiables.
Sin embargo, tras un decenio de grandes avances interanuales, el mercado de coches exclusivos de colección desaceleró un poco estos últimos años, y el 300SL fue una de las víctimas.
[El coupé 300SL, con sus famosas puertas de ala de gaviota.]
No sólo sus precios promedio bajaron más de 20% desde que tocaron un pico en el 2015 (de casi US$ 1.25 millones a poco más de US$ 1 millón), sino que también hubo un exceso de autos en las subastas recientes, lo cual provocó un desplome de la tasa de venta; cada vez más modelos no encontraron comprador.
Naturalmente, los dos vehículos que ofrecerá Gooding este verano boreal no son 300SL “promedio” debido a su condición. Tampoco son ejemplos de alta calidad de los coches perfectamente restaurados que obtuvieron los precios más altos en el mercado de autos coleccionables estos últimos años. Estos dos coches ofrecen algo distinto y posiblemente más deseable para el mercado contemporáneo de autos de colección: originalidad.
“Tras décadas de preferencia por los modelos perfectamente restaurados, ahora el mercado les pone una prima a los vehículos sin restaurar”, dice McKeel Hagerty, máximo responsable de Hagerty, una aseguradora y tasadora de coches antiguos. “Cualquiera puede comprar un coche totalmente restaurado, pero encontrar uno que sí revele su edad cuenta una historia más auténtica. La pátina es la nueva moda”.