Barbara Salas Vanini
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Planificación, comunicación y transparencia son las principales deficiencias de las empresas culturales en el Perú. Según la gestora cultural Carmen Jaimes, las lecciones deberían centrarse en realizar una planificación estratégica de largo plazo, atraer inversiones de manera más efectiva y ser transparentes con el financiamiento recibido.
“Las empresa culturales no hace una planificación detallada de sus proyecto, son muy arriesgadas, se precipitan de la idea al producto final y no pasan por fases estratégicas que como la organización, planificación, difusión y feedback (…) Se necesita cierta seriedad y profesionalidad”, explica la promotora cultural con vasta experiencia en Roma.
Las empresas culturales deben aplicar conocimientos económicos a sus proyectos, pues presentan dificultades en trasmitir la “causa cultural” al momento de buscar patrocinadores.
“Las empresas culturales son diferentes a cualquier otra porque no persiguen una finalidad económica sino objetivos de producción de bienes y servicios culturales que deben crear una experiencia en el consumidor (…) Debemos saber transmitir que, al momento de invertir en cultura, estamos invirtiendo en la identidad del país, estamos construyendo un Perú de calidad y excelencia a nivel internacional”, sostiene Jaimes.
Para un gestor cultural que busca financiamiento, es necesario tener una proyección a largo plazo, asumir la responsabilidad de respetar los tiempos que ponen los inversionistas y ser transparentes en cómo se utiliza ese dinero, opina la docente de Planificación y diseño de Empresas y Proyectos Culturales de la Extensión y Proyección Universitaria de la USMP.
Por otro lado, la experta en gestión cultural asegura que las empresas peruanas invierten en cultura por una cuestión de imagen. “Hay que tener cierta responsabilidad social. A veces, invierten por cumplir o porque se ve bien y no van más allá. No veo una conciencia cultural en las empresas peruanas”, señala.