El tren considerado el “más difícil del mundo” y con más tradición en América Latina está en Ecuador, y se trata del Tren Crucero, cuya ruta fue construida a fines de 1800, con el afán de conectar un país separado por las montañas de los Andes.
Recientemente, el Tren Crucero ha sido remodelado para ofrecer a turistas la oportunidad de conocer el país megadiverso que es Ecuador.
Este tren atraviesa una geografía muy quebrada que avanza desde Guayaquil, a nivel del mar, hasta el bosque nublado rumbo a las alturas. Su punto más alto alcanza los 3,600 metros, en las faldas del Chimborazo, la montaña más alta del Ecuador.
Luego, continúa por valles, ríos y montañas, en medio de la avenida de los volcanes y termina en Quito, la capital ecuatoriana, declarada por Unesco como primer Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978.
En tres días y cuatro noches, el Tren Crucero recorre 450 kilómetros de rieles llenos de muchas vivencias, allí el viajero puede apreciar los coloridos poblados de la Costa y Andes, disfrutará de verdaderos tapices naturales, con paisajes de sembríos a través de las montañas.
Durante el tiempo de viaje, los turistas se hospedan en tradicionales haciendas y están acompañados de un guía bilingüe español-inglés, que despejará todas sus inquietudes.
El viaje es un acercamiento a la diversidad cultural del Ecuador, caminar en mercados indígenas, plantaciones, estancias y páramos, son experiencias únicas que acercan al turista con los pobladores locales. Este recorrido también puede iniciar en Quito desde los Andes y finalizar en la Costa del Pacífico.
El tren del Ecuador ofrece recorridos segmentados que incluyen la visita a sitios incomparables para la recreación y el descubrimiento de la naturaleza; uno de ellos es la estación de El Boliche, junto al Parque Nacional Cotopaxi, en las estaciones se establece contacto directo con la gente y la cultura ecuatoriana.
Lugares como Machachi, Guamote o Palmira fueron importantes polos comerciales cuando el tren no era turístico y actualmente han vuelto a la vida por el paso de un ferrocarril renovado. El silbato de la locomotora trae una melodía de alegría y novedad, que ha involucrado a los pobladores a las actividades turísticas, convirtiéndolos en embajadores de la calidad y calidez nacional.
Pasar por las faldas del Chimborazo en la estación de Urbina, seguir a Riobamba y detenerse en la milenaria laguna de Colta es otra de las vivencias que ofrece el tren, allí se muestra la importancia en la vida económica de los pueblos y la relación directa que tiene la gente, en el corazón de los Andes ecuatorianos.
Una de las partes más impactantes del recorrido es la maniobra que decidieron hacer los constructores sobre las escarpadas montañas cercanas a Alausí: el avance de la locomotora en reversa en “La Nariz del Diablo”, donde el abismo y la parada en medio de la pendiente sorprende a todo el que sube en uno de los vagones.
Varios zig zag superan los 400 metros de desnivel en dos kilómetros de distancia para seguir con el viaje y transportarse en el tiempo y vivir la construcción de la vía a punta de pico y pala, un siglo atrás en la historia de este mágico país.
En el 2013 el Tren Crucero ganó el premio a mejor producto turístico fuera de Europa, y actualmente es candidato al mejor tren en Sudamérica, en los World Travel Awards 2014.