A los 16 años llegó a Mountain View, California, proveniente de Kiev.
Antes de trabajar como ingeniero en Yahoo, el ucraniano estadounidense tuvo que arreglárselas viviendo con un bajo ingreso familiar y subsidios que incluían vales de comida, conocidos en Estados Unidos como “food stamps”.
Como tenía una pasión casi incontrolable por la tecnología, aprendió a programar poco antes de ingresar a la universidad, pero terminó abandonando los estudios para dedicarse a sus propios proyectos, una historia que se repite una y otra vez en el sector emprendedor tecnológico.
En esa época, a mediados de los 90, ni las barreras de seguridad tecnológicas ni la legislación que protege actualmente a las empresas y personas estaban bien desarrolladas.
Entonces Koum se divertía junto a sus amigos usando “wardialers”, programas que utilizan llamadas telefónicas para lograr tener acceso a equipos y redes.
“Internet era muy insegura en esa época”, dijo Koum, de 41 años, en una entrevista con la revista Forbes.
“Yo lo hacía más bien por curiosidad, como un desafío”.
El empresario reconoce que formó parte de un grupo de hackers llamado w00w00, donde se hizo amigo de los futuros fundadores de la empresa Napster, aunque en varias ocasiones ha dicho que nunca llegó a hacer nada estrictamente ilegal.
Pero al mismo tiempo, como queriendo dejar un manto de duda, declaró que no daría más detalles sobre sus aventuras adolescentes en el mundo hacker, cuando intentaba traspasar las barreras de seguridad informática.
Probablemente contar los detalles de sus andanzas juveniles no sería una maniobra útil para el cofundador y director ejecutivo de WhatsApp, una de las redes de mensajería celular más famosas del mundo, cuya fortuna llega a los US$9.700 millones, según Forbes.
Hoy ocupa el lugar 28 de los millonarios en el sector tecnológico y se sienta en el directorio de Facebook, luego que le vendiera WhatsApp a Mark Zuckerberg hace 3 años.
Mochileando por América Latina
Su primer trabajo tecnlógico fue en la empresa financiera Ernst & Young, donde trabajaba en seguridad informática. Pero lo más importante es que allí conoció a Brian Acton, con quien más tarde fundaría WhatsApp.
Juntos trabajaron durante 9 años en Yahoo antes de tomarse un año sabático y emprender un viaje como mochileros por América Latina.
Solo llevaban una cámara, un par de ideas y una laptop.
Fue ahí que terminarían de gestar la idea de la aplicación, cuyo nombre que se le ocurrió por su parecido a la expresión en inglés “what’s up?”, que en español significa algo así como “¿qué tal?” o “¿qué pasa?”.
Idas y vueltas con Facebook
Koum y Acton postularon en su momento para trabajar en Facebook, pero fueron rechazados, una mala noticia que, en verdad, terminó incentivándolos a embarcarse en un proyecto independiente.
A comienzos de 2009, contó el empresario, se compró un iPhone y al entrar a la tienda de aplicaciones, vio que era un mercado gigantesco y apostó por desarrollar una.
El proyecto fue evolucionando hasta que en poco tiempo WhatsAppse popularizó, llamando la atención de Zuckerberg,que contactó al emprendedor en 2012.
Pasaron dos años hasta que finalmente le vendiera su empresa en cerca de US$ 20,000 millones, pagados en dinero y acciones.
Koum se desprendió de su gran proyecto, aunque mantuvo las acciones que le han permitido seguir incrementando una fortuna que, a los 16 años recién llegado de Kiev, nunca se habría imaginado.