Se pueden apuntar cinco motivos por los que vale la pena evitar tener por costumbre comer a toda velocidad.
1.Comer sin pensar
De igual manera que muchas personas hablan sin pensar, tantas otras comen sin pensar. Y ninguna de las dos es recomendable. Comer rápido no permite pensar lo suficiente en qué se está comiendo. Y pensar lo que se come es tan importante como pensar lo que se dice.
Tomar conciencia de la dieta es importante por motivos que pueden ir más allá de la propia salud, como el impacto medioambiental de las propias decisiones alimentarias o el efecto que ejerce sobre los demás.
Una estrategia para evitar comer sin pensar es hacerlo lejos de los videojuegos, lejos de la computadora y, desde luego, lejos de la televisión.
Una investigación recién publicada por Wilkinson y sus colaboradores (febrero de 2016) agrega que no basta solo con pensar en lo que se come, sino que conviene no olvidar “mirar lo que comemos”.
2.Comer más
Pensar (y mirar) lo que se come se relaciona con la saciedad, un mecanismo que no es en absoluto sencillo. Comer rápido afecta de forma negativa al mecanismo de la saciedad. En 2014, un estudio también coordinado por Robinson (revisión sistemática de la literatura científica) indicó que “una tasa más lenta de alimentación se asoció con un menor consumo de energía en comparación con una tasa más rápida de alimentación”. Es decir, cuando se come rápido es muy probable que se coma más.
3.Ganar peso
De lo explicado hasta ahora se puede deducir que no solo el tamaño de la ración condiciona lo que se ingiere, sino que también lo hace la velocidad a la que se ingiere. Y ambos factores contribuyen a la ganancia de peso.
4.Perder salud
Una mala alimentación es un factor clave en el desarrollo de las llamadas enfermedades no transmisibles, responsables de la mayor parte de las muertes prevenibles en la sociedad.
5.Dar mal ejemplo
Cuando se come rápido se le está transmitiendo un mal modelo a los hijos, que toman a sus padres como referentes a seguir. De ahí que a los sabidos consejos de predicar con el ejemplo en la mesa (sea con modales o, también, con el seguimiento habitual de una dieta saludable), de apagar la televisión y de respetar las sensaciones de hambre y saciedad de los niños, no está de más añadir otra recomendación: comer sin prisa. Esto permitirá disfrutar, no solo de la comida, sino también de la impagable compañía de la familia.
Diario El Observador de Uruguay
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)