Por César Antúnez de Mayolo
Profesor de la Escuela de Postgrado de la U. del Pacífico
Descartando las horas necesarias para dormir y transportarse, usted pasa la mayoría de su vida consciente en la oficina, y conforme tiene más años en el mismo empleo, va generando cada vez más confianza con ciertos colaboradores.
A pesar de la presión inherente a un trabajo con fuertes responsabilidades, habrá siempre momentos distendidos, en los cuales aparecen conversaciones coloquiales, pero también las bromas.
¿Qué tan bueno es el humor en la oficina? ¿Cuál es su relación con la productividad laboral y cuáles sus límites en estos espacios?
Riéndonos en el trabajo
Suena lógico pensar que aquellas empresas con mejor ambiente laboral tienen gente más feliz. ¿Pero no es acaso un síntoma de alegría, el reírnos con frecuencia, espontáneamente? Una reciente encuesta de Gallup en EE.UU. descubrió que los norteamericanos se ríen muchísimo menos en días de semana que durante los fines de semana.
¿Cómo lograr llevar algo de ese ambiente tan relajado a la oficina? Según estudios del MIT, Wharton y London Business School, el reírse en la oficina favorece el bienestar general, liberándonos del estrés y
el aburrimiento.
Buscando la ocasión
El humor se basa en algo así como una “transgresión” a lo lógico, pues lo que provoca risa es generalmente lo que luce erróneo, fuera de lugar o hasta amenazante, pero es visto a su vez como aceptable o seguro.
Si conocemos a la audiencia o sujetos de la broma, la fórmula puede funcionar, pero es más fácil fallar en el humor que ser exitoso. Si es gente muy seria, será más difícil.