El auge de la movilidad telefónica es cada vez más evidente e imparable. Sin embrago, surge un importante estudio sobre la radiación de teléfonos celulares y su relación con algunos tipos de cáncer.
Si analizamos primero el impacto y alcance de este fenómeno, el estudio cobra especial relevancia pues tiene influencia en la mayoría de las familias, incluso a nivel mundial.
Por ejemplo, la empresa Ericsson en su más reciente informe de movilidad refiere que las suscripciones móviles globales están creciendo alrededor de 5% al año. hoy en día, los smartphones representan cerca de 75% de todos los teléfonos móviles vendidos en el tercer trimestre del 2015, en comparación con 70% del mismo periodo del 2014.
Por su parte, según un estudio de IAB México y Millward Brown, en nuestro país 42% de las personas que cuentan con dispositivos móviles afirma que no pueden salir sin ellos y nueve de cada 10 internautas mexicanos siempre llevan consigo su dispositivo móvil.
Ahora regresemos a la ciencia. El estudio publicado en el sitio Web bioRXiv y dirigido por investigadores del Programa Nacional de Toxicología (NTP, por su sigla en inglés) de Estados Unidos, un grupo federal que integra varias agencias del Instituto Nacional de Salud y Cold Spring Harbor Laboratory, tiene el potencial de volver a encender la controversia acerca de cómo un aparato que hoy es tan cotidiano podría afectar a la salud.
Se trata de una investigación de 25 millones de dólares, realizada en un número sin precedente de roedores expuestos a la radiación electromagnética emitida por los teléfonos celulares y los dispositivos inalámbricos, que fortalece la base científica para determinar cualquier efecto potencial para la salud en seres humanos.
Los hallazgos presentan pruebas sólidas de que dicha exposición está asociada con la formación de cánceres raros en al menos dos tipos de células en los cerebros y los corazones de las ratas.
El estudio
Un grupo de roedores se expuso de manera crónica a niveles de radiación de radiofrecuencia cuidadosamente calibrados, diseñados para emular le exposición de un humano con un gran uso del teléfono celular.
Los animales fueron colocados en cámaras especialmente construidas que dosificaban distintas cantidades y tipos de esta radiación a sus cuerpos enteros durante aproximadamente nueve horas por día a lo largo de sus ciclos de vida de dos años.
Los investigadores hallaron que a medida que las miles de ratas en el nuevo estudio estaban expuestas a mayores intensidades de radiación de radiofrecuencia, un mayor número de ellas desarrollaba formas raras de cáncer de cerebro y corazón que no podía explicarse fácilmente, exhibiendo una relación directa dosis-respuesta.
“Éste es por mucho el bioensayo con teléfonos celulares más cuidadosamente hecho y que se realiza para tratar de comprender los cánceres en seres humanos”, dijo Christopher Portier, director jubilado del NTP e iniciador del estudio.
Resultados cautelosos
Estudios anteriores nunca habían encontrado que este tipo de radiación estuviese en absoluto asociada con la formación de estos tipos de cáncer en animales. Sin embargo, ninguno de esos estudios siguió a tantos animales durante tanto tiempo ni con la misma intensidad en las mayores exposiciones, explicó Ron Melnick, científico jubilado del NTP.
En general, la incidencia de estos tumores raros era todavía relativamente baja, lo que era de esperarse con tumores raros en general, pero la incidencia aumentó con niveles mayores de exposición a la radiación. Algunas de las ratas tenían glioma (tumor en el cerebro) o schwannoma del corazón. Esto fomentó la preocupación por los resultados: en estudios epidemiológicos previos en seres humanos y exposición al teléfono celular, ambos tipos de tumores también han surgido como asociaciones.
Ninguna de las ratas control (aquellas no expuestas a la radiación) desarrolló tales tumores. Pero, complicando las cosas, se encuentra el hecho de que los resultados variaban según los sexos: se hallaron más de dichas lesiones en ratas macho que en ratas hembra.
Ahora la pregunta es: ¿debemos preocuparnos? La respuesta claramente es sí, dijo David Carpenter, especialista en salud pública y director del Instituto de Salud y Medio Ambiente de la Universidad de Albany, aunque aseguró que la investigación plantea una serie de preguntas que no pueden ser respondidas aún en su totalidad.
Por su parte y abonando a la opinión anterior, John Bucher, director asociado de la NTP, explicó a Scientific American que los resultados no son definitivos y hubo otros hallazgos confusos que los científicos no pueden explicar, como que las ratas macho expuestas a la radiación parecían vivir más que las del grupo control. Agregó que “en general, creemos que los tumores probablemente están relacionados con las exposiciones, pero este tipo de preguntas sin respuesta han sido objeto de debates muy intensos aquí”.
El programa seguirá publicando resultados sobre el trabajo y conclusiones adicionales sobre pruebas similares llevadas a cabo en ratones y anexadas a datos recogidos de la observación en humanos, que aún son evidencia limitada.
El estudio “me sorprendió porque había pensado que era una pérdida de dinero seguir realizando investigación en animales en esta área. Había habido tantos estudios antes que de manera consistente no habían mostrado aumento en cánceres. La razón de ello es que nadie mantuvo un número suficiente de animales durante un periodo de tiempo suficiente como para obtener resultados como éste”, concluyó David Carpenter.
El especialista aseguró que hay medidas de seguridad que las personas pueden adoptar, como usar el altavoz, mantener el teléfono en el escritorio en lugar de en el cuerpo y usar auriculares con cable siempre que sea posible.
El Economista – México
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)