Cuando los vídeos aún se alquilaba y las salidas familiares eran una fábrica de anécdotas, Diana Rake, partner de Transearch, fue a alquilar una película para que sus hijos vean en casa.
La elegida fue Space Jam y la sorpresa fue enorme cuando encontraron un viejo vídeo pornográfico en lugar de Michael Jordan. Ese era el día libre de Diana, pasarla en familia, divertirse un rato. El resto de la semana, el trabajo domina la agenda.
Esta es la vida de una madre ejecutiva, encontrar el espacio y las 25 horas al día para dedicarse a los pequeños, sin descuidar su carrera.
La madre de todos los viajes
Cuando Diana Rake comenzó su viaje maternal, el trabajo de su entonces esposo los obligaba a viajar mucho. “En Chile yo trabajé en una agencia de turismo, y cuando lo mandaron a Panamá, trabajé en la Shell”, reveló a Gestion.pe. Precisamente, el mudarse constantemente y llevar a los pequeños a todos lados hizo las cosas difíciles.
La urgencia de encontrar trabajo contrastó también con una primera infancia difícil para el menor de sus hijos. Nació de seis meses y estuvo en cuidados intensivos. Recién medio año después, Diana comenzó a trabajar en el Banco Latino.
“Al principio daba penita irse. Dejaba a los hijos chiquitos y te sentías un poco mala madre. Pero también sabías que tenías que trabajar, porque ambos teníamos que proveer para la casa”, confesó.
Para Rake, la etapa más dura fue cuando trabajó en Antamina. La exigencia era fuerte y ella guardaba mucha responsabilidad en aquel proyecto. Llegaba tarde a casa, alguna vez tuvo que perderse alguna actuación de los pequeños, quienes no podían ver mucho a su mamá. Por suerte, luego se regularizó.
Matriarcado ejecutivo
A los 17 años de edad tenemos pocas preocupaciones en la cabeza. Usualmente tienen que ver con la universidad o algún incidente personal. Lita Calenzani dio a luz antes de poder votar.
La segunda de sus tres hijas la tuvo solo un año después. Y entre los estudios y el trabajo, el camino para convertirse en la presidenta de WIM Perú comenzó algo sinuoso.
“Era bien difícil avanzar sola con la responsabilidad de las niñas, mantenerse en el mercado laboral. Era difícil conseguir un buen trabajo”, explicó Calenzani.
Trabajaba en San Borja y vivía en La Punta. A diario debía recorrer toda la ciudad para dejar a las niñas en el colegio, cumplir con sus labores, regresar para ayudarlas con sus tareas, asistir a las reuniones escolares, y poder dormir un rato.
Lita pedía permisos en su trabajo, y debía volver luego para cubrir las horas que debía. Incluso hacía sobretiempos para recaudar un poco más de dinero y poder mantener a sus hijas. Incluso así, a veces tenía que disculparse con la escuela porque no podía llegar.
Los momentos maás difíciles fue cuando se enfermaban. Su tercera niña nació 16 años después de la primera, y tuvo un grave problema de salud que elevó enormemente la preocupación de Lita. “Lo más difícil era cuando las pequeñas se enfermaban”, comentó.
Hoy dos de sus hijas ya terminaron su carrera y la tercera está a punto de egresar. Lita Calenzani agradece, principalmente, a su propia madre. Ella quedó huérfana a los 10 años, y la fortaleza de su mamá la empujó a ser el mejor ejemplo para sus niñas.
Mamá express
Un día normal de Urpi Torrado, llegar a la oficina, cumplir con las labores, reírse un rato, salir a las seis de la tarde. El detalle: salió del trabajo y fue a dar a luz.
Con sus dos hijas, la gerente general de Datum Internacional gozó de estos partos express. El reto, como siempre, llegó después.
“Aunque estaba de licencia, tenía que atender la oficina por teléfono. A veces hasta iba con mi bebé a trabajar”, comentó Torrado. Y es que el primer año es el más complicado.
Urpi se levantaba tempranísimo para preparar las papillas, y debía ser la papilla perfecta, con los alimentos balanceados. Pero el tema se complica cuando la bebé menor se despertaba todas las madrugadas, de tres a cinco, y después de calmarla y dejar todo listo, debía llegar a la oficina.
La vida de la lideresa de Datum comienza muy temprano. Tras dejar a las niñas en el colegio, asiste a las reuniones de trabajo que tenga pendientes. “Trato de programar reuniones lo más temprano posible, a las siete u ocho de la mañana, para aprovechar al máximo el día”, confesó. El objetivo: llegar antes a casa.
Sí, hay días en los que debe quedarse hasta tarde o incluso regresar a la oficina en la noche, pero por lo general es volver a las seis a casa, acompañar a las niñas con sus tareas y conversar o ver tele con ellas.
Pero no todo ocurre en casa. “Ellas van de vez en cuando a la oficina, entienden cómo funciona”, reveló. Cuando no llega un cliente, las lleva para que conozcan por dentro el desarrollo de un focus group o de una encuesta.
Urpi Torrado aún no sabe a qué se dedicarán sus hijas. La curiosidad está hoy con Datum, pero mañana pueden querer ser astronautas. Lo importante para ella, y lo que intenta enseñarles es que sean felices y hagan lo que le apasiona, como diría cualquier buena madre. ¡Feliz día!