Con el Audi TT Roadster, según amanezca el día, en 10 segundos puedes ir a cielo abierto. Es lo que tarda en plegarse la capota textil del auto, bien insonorizado si se pide la opción de triple capa. Si, de repente llueve y vas por ciudad, podrás capotarte, incluso en marcha si no superas los 50 km/h.
Locuras aparte con estas temperaturas, hemos podido conducir descapotados a temperaturas inferiores a 10 grados. Eso sí, con la calefacción de los asientos y la que sale entre el reposacabezas y el respaldo del asiento, y con la propia climatización a 24 grados.
No se siente frío, ya que contamos con paravientos de accionamiento eléctrico detrás que deja bien aislado el habitáculo. A favor del TT Roadster hay que decir que, al ir capotado, no se aprecian ruidos estructurales y el techo aísla bien de forma acústica al mismo tiempo que lo hace de las inclemencias meteorológicas.
Mejor aislado estaría si tuviera un paravientos que emerge del travesaño que delimita la luna delantera, como ocurre en, por ejemplo, el Clase E Cabrio de Mercedes.
Al igual que en las anteriores generaciones, el TT Roadster cuenta sólo con dos plazas, amplias para personas de hasta 1,85 m. El maletero, como en todos estos vehículos es pequeño. Gana 30 litros ahora hasta los 280 totales, que permanecen invariables porque la capota se aloja entre éste y los respaldos de los asientos delanteros.
La posición de conducción es muy similar, por no decir idéntica, a la del TT Coupé y, por supuesto, los mandos, incluido el salpicadero virtual que incluye todas las funciones tanto de conducción como de confort y entretenimiento, ya que no existe la pantalla central.
Para controlar las funciones lo podemos hacer desde el propio volante o desde la ruleta del MMI situada detrás de la palanca de cambios.
Tres mecánicas
Mecánicamente, dispone de una variante diésel de 184 caballos y dos de gasolina, una con 230 caballos y la TTS con 310 y tracción Quattro. Éste último muestra un aplomo excepcional, ayudado por la tracción integral y por el aumento de la rigidez.
Es muy difícil perder la trayectoria con él, aún en firmes deslizantes, gracias a la mencionada tracción integral y al reparto de la fuerza entre las ruedas del mismo eje, en función de la adherencia.
Esto permite que el coche entre mejor colocado en la curva y, por ende, salir más deprisa en busca del siguiente viraje.
Sí se pierde la línea con mayor facilidad con el gasolina de 230 caballos y la tracción delantera, sobre todo si circulamos por firmes húmedos o con gravilla como fue el caso durante la toma de contacto.
Es más nervioso y pega latigazos de atrás al tener un menor peso. De ahí el alerón para aportar carga aerodinámica y que emerge de forma automática o través de un botón situado en la consola central.
No obstante, no es traicionero como lo era la primera generación de este roadster. La mecánica diésel es potente pero mucho menos divertidas que sus compañeras de gasolina.
La tercera generación del Audi TT Roadster llega en abril al mercado español con precios que oscilan entre los 44.650 euros y 62.580 euros. El TTS estará disponible antes del verano.