Por Verónica Zapata
Corre el año 1865. Abraham Lincoln (Daniel Day-Lewis), entonces presidente de EE. UU., se halla inmerso en dos contiendas: terminar con la Guerra de Secesión y lograr que la decimotercera enmienda a la Constitución, mediante la cual se elimina por completo la esclavitud y la servidumbre involuntaria en su país, sea aprobada por la Cámara de Representantes.
Steven Spielberg confiesa que llevar las batallas de Lincoln a la pantalla grande fue siempre para él un proyecto de vida. Por eso, más de diez años antes de rodar la cinta, compró los derechos de la obra Team of Rivals de Doris Kearns Goodwin, que narra los últimos meses de vida del ex presidente. Daniel Day-Lewis también fue su opción original para interpretar a Lincoln, pero el actor británico rechazó su propuesta un par de veces antes de aceptar una última versión del guión, pues se sentía abrumado por la responsabilidad de representar al líder más carismático de los EE. UU.
Luego de una escena inicial de guerra que recuerda la crudeza de los primeros minutos de Saving Private Ryan, también de Spielberg, la acción se traslada a los recintos y corredores de la Casa Blanca y de la Cámara de Representantes. Es esto lo que convierte a Lincoln en una riquísima cinta política sobre los defectos del proceso democrático estadounidense y los límites del poder que debe enfrentar el presidente.
También llama la atención la aproximación a la parte humana e íntima de Lincoln. Day-Lewis no solo le da al personaje una voz cálida y un andar peculiar, sino que le impregna un sentido del humor y modestia que componen una interpretación sorprendente. Brillan, además, un espectacular Tommy Lee Jones, como Thaddeuss Stevens, un republicano abolicionista radical que se ve obligado a moderar su discurso, y una fantástica Sally Field en el papel de la contrariada esposa de Lincoln, Mary Todd. A las actuaciones se suman una excelente fotografía de Janusz Kaminski, una limpia edición de Michael Kahn y la musicalización de John Williams, quien acompaña a Spielberg desde Tiburón (1975).
Los méritos de Lincoln la convierten en favorita para los Oscar de este año, en los que es la película con más nominaciones: 12 en total, entre ellas, mejor película, mejor director, mejor actor, y mejores actriz y actor de reparto. El momento político de su llegada también es impecable, en pleno entrampamiento político en Washington. “Lo que hizo de Lincoln un individuo tan destacable, así como un presidente tan destacable, fue su capacidad de equilibrar la idea de que hay algunas verdades eternas con el hecho de que vivimos en el aquí y el ahora, y el aquí y el ahora son complicados y difíciles”, le confesó a Time uno de las primeras personas en ver la película: el primer presidente afroamericano en la historia de EE. UU., Barack Obama.