Quizá uno de sus méritos más conocidos haya sido componer “Avenida Larco”, uno de los temas que marcaron una época del rock peruano y cuyo título ha sido tomado para una adaptación cinematográfica próxima a estrenarse. Pero la trayectoria del exvocalista de Frágil va más allá: el rock nunca lo encasilló y, por el contrario, se ha animado a explorar otros géneros.
Andrés Dulude parece haber dejado de lado su histrionismo en escena y, aun así, ostenta una actividad imparable. Pero hoy cobija bajo el brazo un proyecto propio: Acústico al cuadrado. ¿El propósito? Que el espectáculo tenga para rato.
¿Cómo es que una canción como “Avenida Larco” puede volverse tan popular?
En el momento que salió, estábamos en pleno Gobierno militar, que prohibió el uso de instrumentos importados y la creación de música “moderna”, pero se emitía mucha música en inglés en las radios. Entonces, sacar “Avenida Larco” en nuestro idioma hablando de una temática reconocida por los jóvenes hizo que causara impacto, además la pasaron mucho en los medios.
¿Fue por la que más apostaron?
Siempre dijimos que “Avenida Larco” era el patito feo, lo más liviano, porque nos dedicábamos al rock progresivo, pero a los productores les gustó y hasta le cambiaron el nombre, se llamaba Dolce Vita.
¿Es necesario que un músico tenga mentalidad comercial?
Creo que todo a lo que le das mucho se vuelve comercial. En mi caso, no, a mí me gusta a hablar de lo social y “Avenida Larco” lo es, al igual que otras composiciones que he hecho. Diría que mi principal fuente de inspiración es la calle.
¿Cuáles han sido las bandas que más lo han marcado?
Teníamos influencias de música inglesa. Comenzamos con Yes. Su música era muy etérea, un poco que te lleva a las nubes, pero cuando empecé a escuchar Genesis, del cual tengo mucha influencia, empecé a traducir sus letras, y consistían en el día a día, las explotaciones, las peleas en las calles, etcétera.
¿Fue su punto de inflexión?
Eso me interesó más y dije que ahí está el punto. Aparte que tengo escuela de The Beatles, que hablaron de todo.
¿Nunca pensó concentrarse en grandes públicos?
Uno siempre es más comercial que otro, uno es más masivo; el otro lo es menos. Al final, creamos algo para que sea comprado, vendido o intercambiado. No soy popular, porque mi estilo de música no lo vas a encontrar en una discoteca (risas). Pero gracias a lo que he hecho, me conservo en el tiempo.
De lo contrario…
La música liviana no es así. Cuando te dedicas a eso, todo tiene que ser casi instantáneo, una detrás de otra, porque pasa de moda, y yo no me dedico a la moda, yo hago música que trate de durar para siempre.
¿Qué nuevos proyectos está encaminando?
Acústico al cuadrado, y creo que tiene un camino largo. Lo lancé como proyecto para presentar canciones que tenía en el baúl, quería saber si funcionaban, veo que la gente se entretiene. Ahora busco otros lugares donde ejecutarlo.
¿Es desafiante concretar estas presentaciones?
Mucho (risas). Los auspiciadores están metidos en megaeventos, y no siempre con dinero. En mi caso no hay, ni los he buscado, porque siempre he caminado por otro lado.
¿No tiene la política de ‘tocar puertas’?
No tengo tiempo para tocar puertas a las empresas para decir ¿me puedes auspiciar? Esa es una labor y, como músico, no tengo tiempo de ser empresario. Sería mucho para mí, yo tengo que dedicarme a la música. Ya pagué mi piso, no tengo por qué hacerlo (risas).
OTROSÍ DIGO
Estrategias menos convencionales
Andrés Dulude revela que no está en sus planes sacar un disco, ya que además de la inversión que se requiere, está presente otro obstáculo: el de la piratería. Es así que prefiere grabar canciones para lanzarlas en plataformas digitales como YouTube.
“No grabo discos, porque no podría manejar esos costos, pero tengo amigos a los que les encanta mi música y se han ofrecido a producirlas. Entonces, una vez que me las entregan, las masterizo, las lanzo y las toco, y ahí están, ese es mi medio”, comenta.