La publicación del libro “Yo puedo, sé que puedo” de Alejandra Baigorria, participante del programa Combate, causó polémica en las redes sociales. Muchos se cuestionaron acerca de qué lecciones puede dar una joven que proviene del espectáculo televisivo más criticado (y visto) del país. Gestion.pe visitó al escritor y comunicador Gustavo Rodríguez para conversar sobre este salto de la pantalla chica al libro de autoayuda.
¿Qué opinas sobre la publicación del libro de Alejandra Baigorria?
Es otro síntoma que estamos viviendo en una sociedad que privilegia lo audiovisual a lo textual. El libro de Alejandra Baigorria se suma a una fila de libros de personas que no necesariamente son escritores. Ellos le dan un halo a las cosas que sacan. Son personalidades que irradian una forma de conectarse con el mundo y tienen seguidores. Son como marcas, y cuando una marca se extiende, también sacan un libro. Es un hábil aprovechamiento del marketing. La chica Baigorria es un referente, nos guste o no, para un enorme ejército de chicas y chicos que está pegado a lo superficial de lo audiovisual en este caso.
¿No crees que este caso es particular, porque se lleva al libro lo más banal de la televisión?
A mí me genera pensamientos encontrados. Siento que el libro es una herramienta de desarrollo, porque tengo una asociación (“Proyecto Recreo”) que lleva libros y lectura a las escuelas del Perú. Pero sospecho de los que critican y ponen al libro como un elemento sagrado, que solamente puede pertenecerle como autoría a muy pocos elegidos.
Para empezar, tenemos que ser sinceros con lo que somos como país. Somos un país donde ocho de cada diez peruanos no entiende lo que lee. En un país que tiene esos antecedentes es obvio que libros como éste tengan tanta salida. Aquí se mezcla un poco la civilización del espectáculo con nuestra debacle educativa de décadas. Entonces, es natural que esto salga y se venda.
No queremos reflexionar y solo atacamos…
Me parece tonto y hasta cobarde atacar a esta chica porque saca un libro así, cuando en realidad deberíamos estar preguntándonos qué hemos hecho para que esta situación esté ocurriendo. La culpa no es de esta chica Baigorria, sino de nosotros mismos: votamos por gobiernos que no hacen un ‘carajo’ por la educación, no le compramos libros a nuestros hijos, no exigimos que en las escuelas hayan bibliotecas y acceso al libro.
Nos llenamos la boca aplaudiendo el acceso a la comida que hay en el país, con los huariques y Mistura, y no empujamos a que haya acceso a los libros y a redes de bibliotecas y librerías. ¿Quién de los que me está viendo ahora le lee a sus hijos, a sus nietos o a sus sobrinos cuando son chiquitos en la cama antes de dormir? Si no hacemos eso, después no nos estemos quejando de la chica Baigorria. Es un producto de nuestra inacción.
¿Es el caso más polémico en la venta de un libro?
No me parece lo más polémico que haya como acción para vender. También pasa esto cuando los medios de comunicación lucran con personajes nefastos muchas veces o con sospechosos de crímenes. O cuando la televisión y los periódicos ensalzan a un criminal y lo vuelven estrella. Hay una hipocresía latente. ¡Dejémonos de cojudeces, de verdad!
Los peruanos estamos creando estos libros…
Nosotros estamos creando estos libros cuando no educamos a nuestros hijos de la forma correcta y cuando no exigimos de verdad al Estado que mejore la educación en nuestro país. Eso es lo que pasa. Si no te gusta que en tu país lea autores light, cambiemos la sociedad, cultivemos a nuestros niños.
En un artículo contaste que sorprendiste a tus hijas viendo Combate. ¿Ahora qué podrías decirles si quieren el libro?
No se puede ser radical con este tipo de libros. Ya que las mencionas, voy a poner a mis hijas de ejemplo. Ellas son del mismo colegio de Alejandra Baigorria. La han visto en el colegio y le tienen ‘camote’. Siguieron su romance con Mario Hart y todo eso, porque son adolescentes. Y todo adolescente sigue el drama. Están en su derecho. Así como yo seguí a Parchís, seguramente, y veía si fulano ‘chapaba’ con mengano.
Pero eso no quita que uno como padre llene de otros contenidos la vida de sus hijos. Yo estoy orgulloso de que mis hijas puedan ver Combate bajo mi supervisión, pero también leen a Charles Dickens. Y podemos hablar de otras cosas. Viven lo que tiene que ver con su edad, junto a otras experiencias que yo y su familia tratamos de darles. Me parece muy simple, muy de peruanos, ir todos a apanar a un símbolo, en vez de ver todo el contexto.