¿Alguna vez contempló la posibilidad de conseguir objetos tridimensionales con solo imaginarlo? George Laskowsky, director técnico de la start-up chilena Thinker Thing, ha puesto en marcha el desarrollo de un sistema de impresión 3D basado en el ‘control mental’.
La forma de la pieza color anaranjado (segunda imagen), que podría definirse como la extremidad de un tiranosaurio, fue determinada de acuerdo a los pensamientos de Laskowsky. ¿Cómo? A través de una suerte de auriculares capaces de captar pequeños impulsos eléctricos detectables en el cerebro, que dirigen a una impresora 3D durante el proceso de creación.
Aunque las impresoras 3D han venido siendo utilizadas en los últimos veinte años, según información destacada por la cadena británica BBC, las clases de objetos que se pueden obtener con esta tecnología son diversos y, en los últimos meses, han tenido lugar proyectos sumamente ambiciosos: desde la creación de Libertator (sí, la pistola de plástico que causó polémica por su capacidad de disparar) hasta el encargo de la NASA a una firma europea con el fin de contar –próximamente- con una impresora que produjera alimentos.
La lista parece no tener fin. Piezas de autos, prótesis e incluso muebles a pedido. Así, los observadores predicen consecuencias revolucionarias como la eventual desaparición de las fábricas, puesto que las impresoras 3D pueden construir objetos capa por capa a partir de materiales como el metal o el plástico.
A pesar de ello, el software de diseño no es fácil de dominar, mucho menos para los niños pequeños. Y es que uno de los principales objetivos de Thinker Thing es poner a prueba su proyecto (Dreamer Monster) llevándolo a una gira en escuelas chilenas, a fines de junio.
En teoría, las impresoras 3D nos pueden ayudar a liberar nuestra creatividad interior, a deshacernos de las limitaciones de los métodos de producción tradicionales. Pero en la práctica, los modelos de diseño prefabricados por verdaderos profesionales pueden ser la salvación de quienes no pueden abrirse paso en el terreno del software, como es el caso de los niños.
En este escenario, entra a tallar Emotional Evolutionary Design (EED), un software capaz de interpretar los pensamientos de los usuarios. Su función actual es sustentar el proyecto Dreamer Monster, que permitirá a los usuarios más chiquitos diseñar criaturas fantásticas utilizando el poder de la imaginación.
Así, cuando los niños se sienten frente a un equipo que ejecute el programa EED, podrán crear cualquier objeto en base a un conjunto de formas dado, ellos podrán seleccionar con la mente qué piezas se quedan y cuáles se van. En principio -de acuerdo a la BBC- las indicaciones a nivel mental serán recogidas por Emotiv EPOC, un dispositivo destinado a recoger señales eléctricas a partir de las interacciones de las células cerebrales usando catorce sensores en el cuero cabelludo.
De esta manera, a partir de la selección mental de algunas formas, los usuarios podrán ir formando el objeto deseado, gracias a Emotiv EPOC y a EED, que funcionarán como receptor e intérprete, respectivamente. El resultado final deberá ser un modelo en 3D listo para imprimirlo como un objeto sólido.
Pero ¿en algún momento será posible cerrar los ojos, imaginar un objeto cualquiera y oír la puesta en marcha de la impresora? “Eso no es descabellado en absoluto”, dice el profesor Jack Gallant, de la Universidad de California.
En efecto, dos equipos de neurólogos norteamericanos esperan concretar la idea de trasladar imágenes completas de la mente a la realidad a través de impresoras 3D. Los trabajos ya se están poniendo en marcha.