Makers: The New Industrial Revolution, el último libro de Chris Anderson, ex editor de la revista Wired, es una entusiasta introducción al movimiento de los “makers”, una emergente clase de empresarios que estaría devolviendo bríos innovadores a la industria manufacturera del mundo desarrollado.
Anderson continúa con la línea de futurología inmediata que ya presentó en sus otros dos bestsellers, The Long Tail y Free, donde describe cómo la Internet y el mundo digital vienen revolucionando industrias eliminando intermediarios, democratizando los medios de producción e incrementando el potencial de los nichos. Como señala el autor, el paso siguiente es el “salto de los bits a los átomos”, refiriéndose al mundo tangible, y es aquí donde Makers completa los dos libros anteriores.
La próxima masificación de las tecnologías de fabricación digital como las impresoras en 3D, equipos capaces de “imprimir” objetos ya sea por cortado o destrucción con láser, o mediante métodos aditivos, construyendo objetos por capas, como si se tratara de edificios, está facilitando la descentralización de un segmento de la manufactura fuera de las fábricas a pequeños talleres “de garaje” de pocos individuos, pero de alta productividad. En su escenario más extremo, esta tendencia podría configurar una tercera revolución industrial.
Hacer y beneficiar
¿Quiere un juguete? Para qué comprarlo en la tienda si lo puede imprimir en casa ¿Necesita una pieza fuera de producción para un carro antiguo de colección? Bastará con bajar un file de internet que contenga el modelo, o diseñarlo usted mismo en la computadora. De hecho, señala el autor, este fenómeno estaría devolviendo trabajo de manufactura a EE.UU. y Europa, ya que es bajo en costos y tiene el beneficio de la producción cerca de quien la encarga, así como de los clientes. Todo ello apoyado por comunidades online de especialistas que colaboran entre sí con retroalimentación, nuevas ideas, e, incluso, financiamiento en pequeños montos de cientos o hasta miles de donantes a través de redes sociales de crowdfunding como Kickstarter o Indiegogo.
Esta nueva plataforma convierte a los inventores en empresarios de sus invenciones, a diferencia de años atrás, cuando un inventor debía patentar su invención y, luego, convencer a una empresa que la licencie, la produzca en serie, la publicite y distribuya.
Como hizo Anderson con sus anteriores libros, Makers ilustra el movimiento de “hacedores” con ejemplos multidisciplinarios: el de Pebble, un reloj inteligente fabricados por ex ingenieros de Blackberry que se conecta con su smartphone y que superó en ventas a Sony; el de Jellyfishart, una empresa fundada por un amante de las medusas que comercializó exitosamente un acuario especial para estos animales a un nicho de clientes que compró los tanques por adelantado vía Kickstarter, o el de un carro eléctrico fabricado por las decisiones conjuntas de una comunidad online de diseñadores industriales fanáticos de estos vehículos.
Anderson es fundador y accionistas de 3D Robotics, una empresa que construye drones (robots voladores) a pedido. La iniciativa ya factura más de US$ 5 millones anuales. Dedicarle más tiempo a esta empresa fue una de las razones para dejar Wired