Durante cada hora transcurrida, un usuario de Google puede generar decenas, cientos hasta miles de “eventos” de información. Es decir, búsquedas, videos vistos en YouTube, llamadas telefónicas a través de Google Voice y teléfonos Android y todos los correos que salen y entran a una cuenta de Gmail. Todo esto se almacena en las computadoras de la firma de Mountain View.
Según explica WSJ en un artículo, cuando un usuario ingresa a su cuenta de Google para usar Gmail u otros servicios, la información recogida es relacionada al nombre asociado con la cuenta. Google puede luego obtener información sobre los sitios web que la persona ha visitado tras hacer búsquedas en su motor.
Los teléfonos con Android y Google Maps pueden recopilar información sobre la ubicación de una persona, adicionalmente, la firma tiene los datos de las tarjetas de créditos de los usuarios que tienen un celular con SO Android y adquirieron ciertas apps.
Esto solo evidencia parte del poder del gigante de Internet, incluso si se toma en cuenta la nueva fuente de datos a la que tendría acceso Google con el surgimiento en un futuro cercano de dispositivos diseñados para usar en cualquier parte del cuerpo, como Google Glass.
Aunque las firmas de tecnología -tales como la norteamericana- dicen que su principal prioridad es velar por la privacidad de sus usuarios, paralelamente, recogen y filtran datos de éstos para incrementar sus ganancias.
El gigante de las búsquedas sigue expandiendo su registro y análisis de datos, asumiendo la misión de clasificar el mundo, su población y sus intereses en un negocio publicitario que factura alrededor de US$ 50.000 millones al año, señalan desde WSJ.
En ese sentido, los ejecutivos de Google mantienen bajo candado sus prácticas internas de administración de datos, ante el temor de que revelar temas relacionados a la privacidad dañe su relación con los consumidores -revelaron personas al tanto al referido medio-, sobre todo, en circunstancias en que éstos últimos se muestran preocupados por su privacidad luego de una serie de hechos que generaron controversia a nivel global.
No obstante, Google pone a disposición de los usuarios una lista de la información que es utilizada para dirigirles anuncios específicos, basándose en los sitios que Google sabe que han visitado y la información que han provisto a los servicios de la empresa. La gente tiene la opción de bloquear la práctica de Google de dirigir avisos específicos en función de esos datos.
Otro de los esfuerzos por proteger la privacidad de los usuarios se dio en el 2011, cuando Google apostó por desarrollar una herramienta de privacidad simplificada. La idea era que los usuarios pudiesen escoger el grado en que los servicios de la empresa pueden recopilar información sobre ellos, ya fuera mínimo, medio o máximo.
Pero la iniciativa fracasó el año pasado. Según indicaron fuentes relacionadas al tema al diario estadounidense, debido a que Google tiene tantos servicios en la web que operan de manera distinta, a los ejecutivos les resultó imposible reducir los controles de privacidad a solo tres categorías.
El reto de Google es evidente: Proteger la privacidad de sus usuarios sin perjudicar sus ganancias. ¿Llegará a encontrar algún día la fórmula ‘mágica’?, o al menos, ¿una solución cercana a ésta?