(Bloomberg).- Fue una larga espera, pero el jueves por la mañana finalmente parecía el momento en el que podría felicitar a HTC Corp. por tomar una decisión inteligente.
Pero no puedo. HTC se equivocó.
El icónico fabricante de teléfonos inteligentes de Taiwán está vendiendo 2,000 de sus mejores y más brillantes ingenieros a Google, de Alphabet Inc., por US$ 1,100 millones.
Está recibiendo alrededor de US$ 500,000 por miembro del equipo “Powered by HTC” en un acuerdo que también incluye la licencia no exclusiva de la propiedad intelectual de HTC.
¿Qué hay de malo en un acuerdo de US$ 1,100 millones en efectivo? Nada, excepto que lo que HTC necesita no es dinero en efectivo, sino ganancias. Incluso después de pérdidas cuantiosas, la compañía todavía dispone de cerca de US$ 1,000 millones de efectivo y equivalentes.
Lo que HTC no está haciendo es vender sus fábricas, y su director financiero, Peter Shen, dijo en una conferencia de prensa que no hay planes para eliminar personal (más allá de los que está vendiendo a Google). Eso significa que los gastos generales para la administración de las instalaciones de producción permanecen.
Esos costos no son los de antes —la depreciación es de alrededor del 4% de los ingresos, alrededor de la mitad de esta cifra tiene que ver con maquinaria y equipo—. Pero hay un personal de fabricación que mantener, y HTC necesita buscar ahorros donde sea posible.
La transferencia a Google reducirá la plantilla en un 19%, según los cálculos de Bloomberg Gadfly. Esas son probablemente algunas de las personas más caras en la nómina; posiblemente también las que agregaban más valor.
Para ser claros, HTC todavía tiene un sólido equipo de ingenieros que trabaja en los dispositivos de la marca, como su modelo insignia, el teléfono inteligente U11, que no se ve afectado por la venta. “Powered by HTC” es la división que se encarga principalmente de la creación de productos para los dispositivos que no son de la marca HTC, como el Pixel de Google.
Para HTC, el objetivo principal del pacto con Google es reducir costos. Lo hará con una disminución de entre el 30% y el 40% en los gastos operativos, indicó Shen.
Lamentablemente, basándose en los resultados financieros de los últimos seis trimestres, una mejora del 40% en los gastos operativos no es suficiente para hacer que HTC vuelva a ser rentable. Se necesitan recortes más profundos.
Una reducción del 35% en el segundo trimestre habría generado ganancias mínimas durante ese período, pero los ingresos de los últimos dos meses indican que ese repunte trimestral fue una casualidad, y no una tendencia. HTC podría fluctuar entre las ganancias y las pérdidas, pero no hay nada que indique que se trate de algo sostenido.
Incluso esos cálculos no toman en cuenta la posible pérdida de ingresos tras la transferencia de 2,000 ingenieros a Google y la consiguiente reducción en las ventas del Pixel. Y ayudar a Google a fabricar mejores teléfonos que compitan con los de la marca de HTC tampoco parece una estrategia apropiada.
HTC dice que quiere usar la gran cantidad de efectivo para invertir en tecnologías y negocios futuros. Más allá de los teléfonos inteligentes, un sector en declive para la empresa, ese futuro se construye en torno a la realidad virtual.
Los auriculares Vive de HTC se lanzaron hace casi 18 meses y cuestan aproximadamente lo mismo que un teléfono inteligente de gama alta. La persistente caída de los ingresos de HTC desde entonces sugiere que estos productos no están ganando terreno (al menos no en la escala experimentada en su momento por los teléfonos inteligentes).
Desde entonces, la empresa tuvo que recortar los precios para no quedar rezagada ante productos como el Oculus, de Facebook Inc., y el PlayStation VR, de Sony Corp. Esta guerra de precios no terminará pronto.
Al tomar en cuenta finalmente la idea de vender partes del negocio, la presidenta, Cher Wang, demostró un pragmatismo muy necesario. Por desgracia para HTC, sus inversionistas y seguidores leales, la ejecutiva no fue capaz de emprender la reingeniería más profunda que la compañía realmente necesita.
Por Tim Culpan
Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.