Bloomberg .- El problema con hacer un producto que la gente ama es que a ella no le entusiasma reemplazarlo. Pregúntele a cualquier dueño de una parrilla Weber, una cartera Birkin o un Porsche 911 con motores refrigerados por aire.
El típico mantra: simplemente funciona. Y cuanto más antiguo es el modelo, más venerada es su simplicidad pragmática.
Hay evidencias de que GoPro , 18 millones de cámaras después de su lanzamiento, está comenzando a enfrentar este problema en tanto intenta vender cámaras nuevas y se encuentra con la caída más acentuada de las ventas en su mercado más consolidado. Los ingresos de GoPro en las Américas cayeron 7% en el trimestre que terminó el 30 de septiembre en relación al mismo período del año pasado, llevando a la empresa a quedar por debajo de sus estimaciones generales y mandando a sus acciones a lo que en la jerga del esquí se denomina “feria americana”.
GoPro todavía registra un crecimiento decente de las ventas y las unidades, pero gran parte de la demanda viene de China y otros mercados relativamente poco explotados; ahora, GoPro obtiene más de la mitad de sus dólares con ventas fuera de Estados Unidos. Muchas empresas buscan precisamente eso, pero el hecho sugiere que a GoPro se le están acabando los usuarios precursores más cerca de casa.
Considere el hardware. La primera cámara de alta definición de GoPro llegó a las estanterías hace aproximadamente seis años por US$300 (y ahora cuesta US$129). No tiene muchas de las funciones disponibles en el último modelo, una versión de US$500, pero ¿cuántos guerreros del fin de semana ajustan su propio límite ISO, fijan lapsos de tiempo para grabar paisajes o exigen una toma en cámara lenta “fluida” de 240 fotogramas por segundo? ¿Es necesario un control remoto para algo que uno suele llevar atado? Ahora, GoPro organiza una clínica anual para asegurarse de que los atletas de los deportes extremos entiendan mejor todo lo que las camaritas pueden hacer.
Tamaño
Con retornos cada vez menores para funciones cada vez más esotéricas, GoPro trató de ganar con su tamaño. El modelo Hero4 Session que lanzó este año carecía de muchas de las configuraciones complicadas de sus ofertas estándares y se la vendió como un producto 50% más pequeño. El slogan: GoPro Simplificada.
Pero el 50% de algo que ya es bastante pequeño no parece mucho más pequeño. Hace bastante que la cámara estándar de GoPro es lo suficientemente ligera para fijarla en un casco o atarla a un perro salchicha. Además, el precio inicial de US$400 de la Session, del tamaño de un cubo de hielo, estuvo muy por arriba de lo que querían los clientes. Las ventas cobraron impulso recién cuando GoPro lo redujo 25% después de dos meses de negocios lentos.
Mientras tanto, la empresa ha presionado a sus ingenieros y gastó US$67,3 millones en investigación y desarrollo el trimestre pasado, cifra equivalente al 17% de sus ventas en dólares. En consecuencia, la compañía empezó a vender recientemente un soporte para dieciséis cámaras de US$15,000 para que los cineastas capturen videos “esféricos” para escenas de realidad virtual. GoPro está trabajando en otro sistema de realidad virtual de seis cámaras y en un drone.
Su máximo responsable ejecutivo, Nick Woodman, dijo que un drone tiene perfecto sentido para GoPro. No se equivoca y probablemente la empresa fabrique uno excelente. Pero en ese espacio estará jugando a alcanzar a otros, algo que nunca tuvo que hacer con las cámaras para vestir.