(Bloomberg).- A unos 60 metros cuesta arriba, el conductor de un Audi blanco en una calle transversal sube hasta llegar a la señal de detenerse, me ve pedaleando suavemente, decide que puede superarme, dobla y se mete en el mismo camino.

El único problema es que yo estoy circulando a 50 kilómetros por hora en subida, casi la velocidad promedio en bajada de un ciclista del Tour de France. Cuando el conductor se da cuenta de que me estoy acercando mucho más rápido de lo que él pensaba, vacila y se detiene, justo en mi camino. Aprieto los frenos, la rueda trasera colea, y me deslizo hasta frenar lo suficientemente cerca como para ver el asombro en el rostro del conductor. Así es la vida de quien circula en una bicicleta eléctrica Stromer ST2 S en Los Ángeles.

Inspirado por Tesla, el emprendedor de bicicletas suizo Thomas Binggeli fundó Stromer en el 2008 para resolver problemas como los embotellamientos de tránsito, la salud y la sustentabilidad, de manera que tomé la versión más reciente para moverme por Los Ángeles con el fin de probar si realmente hay un futuro posterior al automóvil más adelante.

Las ventas de bicicletas eléctricas han aumentado enormemente en la última década, con un crecimiento de dos dígitos en el 2015. Un estudio reciente de Navigant Research estima que para el 2025 la industria de la bicicleta eléctrica podría tener ingresos de US$ 24,300 millones, por encima de un cálculo de US$ 15,700 millones en el 2016.

Al igual que la bicicleta Tesla, la Stromer usa una batería de ion de litio de gran capacidad. Y la interfaz digital es también semejante a la de Tesla. Una pequeña pantalla en el manubrio de la bicicleta nos muestra cuánta asistencia estamos recibiendo y funciona como velocímetro.

La revista BikeRadar llegó a decir que la Stromer ST2 S es “la Tesla de las bicicletas eléctricas” y que hasta “podría reemplazar a un auto”.

El verdadero lujo de la Stromer ST2 S reside en su motor en rueda (o de “hub”) “Syno-Drive”. Funciona eficientemente con 48 voltios, rinde alrededor de 500 vatios de potencia y 40 newton metros de torque, con una aceleración de 0 a 30 en 5 segundos y una velocidad de arranque más rápida que la mayoría de los automóviles.

Las Stromer son bicicletas hermosas, con muchas cosas positivas, pero las duras realidades de circular por la ciudad de a poco hicieron desaparecer mi optimismo inicial. Quizás un programador podría usarla para ir de casa al trabajo en Silicon Beach.

Y puedo imaginar que sería perfecta para un abogado dinámico de Minneapolis o para un asesor en gestión patrimonial de Chicago que quiere algo de aire en los meses más cálidos.