¿Cómo criar hijos hiperconectados?

Los niños y adolescentes tienen un manejo fluido e intuitivo de la tecnología, lo que amplifica su exposición a peligros latentes. ¿Cómo deben actuar los padres?

Habitamos un mundo hiperconectado donde los niños tienen un manejo intuitivo de las tecnologías que en muchos casos supera el de los adultos, quienes ya no tienen la propiedad exclusiva del saber ni de la información.

En este contexto, donde los dispositivos tecnológicos se integran en el esquema corporal y simbólico de los niños, los desafíos para los padres son constantes: “Las niñas y niños necesitan adultos presentes, que los habiliten y los acompañen en experiencias creativas, sanas, desafiantes y sin riesgos. Necesitan padres que sigan siendo padres, aún si no tienen tanta habilidad como ellos para usar el celular, la tableta o la computadora”, afirma Marcela Czarny, directora de Chicos.net.

De hecho, la portabilidad de los dispositivos refuerza la necesidad de que los niños puedan incorporar filtros subjetivos con la ayuda de sus padres, porque sólo así serán eficaces para protegerlos, estén o no físicamente presentes los adultos. “Las TIC se prestan como nuevo medio para la propagación de situaciones de violencia y vulneración de la infancia – que si bien podían existir anteriormente – hoy se ven amplificadas por la tecnología”, agrega Czarny.

Para los padres, la relación de sus hijos con las TIC´s (tecnologías de información y de la comunicación) es fuente de distintas percepciones y temores. Según una investigación llevada a cabo por Chicos.net en conjunto con Disney, Fibertel y a través de la consultora Trendsity, el 82% de los padres admite estar preocupado porque sus hijos sean abordados por un adulto que los ponga en peligro, especialmente, se sienten más responsables de alertar a sus hijos frente a los riesgos potenciales de Internet (76%), por encima de instituciones como escuela y Estado.

Ocurre que para estos niños, mostrarse e interactuar online se muestra como “condición de existencia” y pertenencia social además de un espacio donde explorar su identidad, intercambiar con otros y socializar. “No participar en estos medios, en algún sentido es “no existir”, pero participar sin criterios de protección es exponerse a riesgos.

Los niños, niñas y preadolescentes que utilizan la tecnología deben hacerlos con los suficientes experiencias y recursos internos (fortaleza, juicio crítico, autoestima, confianza, criterio de privacidad) provenientes del off-line y que transfieran al on-line, eso les dará un marco frente a una posible situación de riesgo”, indica Mariela Mociulsky, directora de Trendsity.

Frente al avance de las TICs genera debates e interrogantes en referencia a la crianza: “Muchos adultos se paralizan frente al hecho que no dominan la tecnología como sus hijos, el riesgo es adoptar un rol pasivo o impotente a la hora de prevenir los riesgos y brindar a sus hijos criterios de protección”, señalan desde Chicos.net.

Una equivocación muy frecuente entre los adultos es confundir dominio técnico de los niños con capacidad de auto-regulación: “Conocer las tecnologías no significa que tengan una real autonomía frente a los peligros que implican las experiencias online pero la confusión hace que los padres consideren como dañino aquello que no necesariamente lo es, y corriendo el riesgo de no intervenir adecuadamente cuando la situación sí lo requiere”, explica Mociulsky.

Dada la escasa comprensión de los niños de los alcances de las actividades e interacciones online, el soporte y la guía adulta resulta crítico, pero sin tornarse en control obsesivo: “Cuando se confunde el acompañamiento y la intervención de los adultos con un control invasivo, se impide el empoderamiento paulatino a los niños y el fortalecimiento de los criterios de cuidado. Para los niños no se trata de dos instancias: on-line y off-line, sino que se trata de la vida misma, por eso lo que los protege en un ámbito, los protege en el otro”, enfatiza desde Trendsity.

En definitiva, cuando la intermediación de padres y otros actores sociales como escuela y Estado está mediando la relación de niños y preadolescentes con la tecnología, estos últimos se forman como personas creativas, sociales, conectadas e integradas. “En cambio, si el vínculo con la tecnología adopta temores infundados o bien permisos indiscriminados el resultado es poca autonomía y falta de recursos para formarse como ciudadanos digitales a futuro”, concluye Czarny.

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Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)

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