La impresión 3D es una tecnología que ha despertado la curiosidad de propios y extraños debido a su alcance. En el campo de la medicina, ha demostrado que puede convertirse en perfecta aliada. Una condición que puede extenderse hacia otros ámbitos. Desde piezas para el hogar hasta una tráquea a medida, pareciera que estos aparatos lo pueden todo.
Lyndsey Gilpen, colaboradora del portal TechRepublic, apunta, no obstante, que estas máquinas son potencialmente peligrosas, porque pueden tener un impacto a nivel ambiental, social, político y económico. A continuación, su análisis.
Consumen mucho más energía.
Cuando las impresoras 3D derriten plástico con calor o láser, consumen entre 50 y 100 veces más energía eléctrica que el tradicional moldeo por inyección empleado para hacer un artículo del mismo peso, dice un estudio de la Universidad de Loughborough. En 2009, la investigación del MIT arrojó que la deposición de metal por láser usa 100 veces más electricidad que el mecanizado tradicional. Por lo que el uso de impresoras 3D es aceptable cuando se trata de pequeños lotes.
Arrojan emisiones no saludables.
Las impresoras 3D suponen incluso un riesgo para la salud cuando se emplea en el hogar. Investigadores del Instituto de Tecnología de Illinois encontraron que las emisiones provenientes de las impresoras 3D de escritorio son similares a las que resultan de la quema de cigarrillos.
Mientras calientan el plástico e imprimen pequeñas figuras, las máquinas utilizan filamentos PLA que emiten 20 mil millones de partículas ultrafinas por minuto y filamentos ABS que emiten hasta 200 mil millones de partículas por minuto. Estas partículas pueden depositarse en los pulmones o el torrente sanguíneo y plantean riesgos para la salud, sobre todo, para personas con asma.
Dependen de plásticos.
En la historia reciente, uno de los grandes logros de las organizaciones ambientales ha consistido en reducir la dependencia de los plásticos. Pero las impresoras 3D utilizan dos tipos de plásticos: el PLA que es biodegradable, pero la mayoría utiliza filamentos ABS, que contamina. Todos los restos de plástico producidos por la impresión van a parar a la basura. Por tanto, si la impresión 3D va a ser industrializada, esos restos de plástico tienen que ser reutilizados.
Problemas de derechos.
La impresión 3D abre la puerta al mercado negro de productos ilegales, por lo que la legislación tendrá que ponerse al día. Esta potencial situación de piratería digital es comparable a la forma en que Internet desafió los derechos de autor de la industrias del cine y la música, las descargas ilegales, etc.
3D Systems prefirió evitarse inconvenientes legales y adquirió en enero Gentle Giant Ltd, propietaria de los derechos de juguetes como El Hobbit, The Walking Dead, Harry Potter, Alien y Star Wars.
Vacío legal en el control de armas.
Si bien la noticia de la primera arma hecha en impresora 3D es vieja, las consecuencias que esa pieza ha traído consigo son, incluso ahora, bastante relevantes. Más de una empresa está tratando de vender estas armas de plástico. Muchas de ellas pasan los detectores de metales o escáneres de rayos x. Las pistolas impresas en 3D, por tanto, han dejado un vacío legal con respecto a su uso, al momento, no están prohibidas.
Responsabilidad de los fabricantes.
La enorme interrogante que plantea la construcción de piezas a partir de la impresión 3D no está en la propiedad intelectual, sino en la responsabilidad, al menos, en lo que respecta a fabricación de armas.
En otras palabras, si una persona dispara un arma de fuego impresa en 3D y lastima o mata a alguien, apuñala con un cuchillo impreso en 3D, o se rompe el cuello mientras conducía una bicicleta con un casco impreso en 3D, ¿quién es el responsable? ¿El propietario de la impresora, el fabricante de la impresora o la persona irresponsable que pensó que era una buena idea producir y utilizar un producto no probado?
Bioética
Organovo, una empresa privada que ha destacado por sus estudios con impresoras 3D en biomedicina, junto a la Universidad de Missouri e Insitutos Nacionales de la Salud (NIH), ha anunciado que este año presentará el primer hígado artificial creado con impresora 3D.
Iniciativas similares han tenido lugar últimamente. Los científicos, doctores e investigadores están adentrándose cada vez más en los alcances de la impresión 3D para el campo de la medicina. Las conversaciones sobre cuestiones morales, éticas y legales que rodean el bioprinting (“impresión de partes del cuerpo”) recién empiezan.
Drogas impresas en 3D.
El montaje de compuestos químicos a nivel molecular utilizando una impresora 3D es posible. Un investigador de la Universidad de Glasglow quiere revolucionar la industria farmacéutica, al permitir que los pacientes impriman su propia medicina con un modelo químico que obtengan de la farmacia. Es un muy largo camino por recorrer que podría permitirles a los químicos crear muchas drogas, desde la cocaína al ricino.
Riesgos a la seguridad nacional.
Las impresoras 3D ofrecen la capacidad de producir una amplia gama de objetos. La falta de regulación respecto a las impresoras 3D abre vacíos legales que podrían comprometer la seguridad de los países y provocar hechos de violencia.
Seguridad de los objetos que toman contacto con comestibles.
Se puede imprimir un tenedor o una cuchara en 3D, pero si se utiliza plástico ABS, este material no está libre de BPA (bisfenol-A), una sustancia prohibida en varios países. Además, muchas impresoras 3D tienen espacios donde las bacterias pueden crecer fácilmente si no se limpian adecuadamente.