(Bloomberg Business).- Es uno de esos días de verano en los que el aire parece agua y huele como basura y viajar hacia y desde el trabajo requiere una ducha adicional.
Ciertamente, el agobio de un día caluroso de verano no puede eliminarse totalmente, pero ¿qué ocurriría si la temperatura de la oficina no fuera una preocupación adicional? ¿Qué ocurriría si las ocho horas trabajadas allí fueran perfectamente templadas, ni una tundra con un aire acondicionado excesivo ni un anticipo sudoroso del infierno que nos espera afuera?
Tal es la realidad utópica para las 700 personas que trabajan en las oficinas de AppNexus en la ciudad de Nueva York. La startup usa Comfy, una aplicación que permite imponer el clima de la oficina, no al equipo de mantenimiento, sino a los empleados.
El software de Comfy se conecta con los sistemas de calefacción y refrigeración existentes de una oficina, permitiendo que los empleados controlen la temperatura ambiente y averigua a la vez cuáles son los hábitos y preferencias de los usuarios para regular el clima de un espacio determinado. Los trabajadores que utilizan Comfy tienen tres opciones: calentar mi espacio, refrigerar mi espacio o estoy confortable.
Si optan por la refrigeración, reciben 10 minutos de aire acondicionado. Los que quieren un aumento del calor reciben 10 minutos de aire más tibio. Datos preliminares de un estudio en un edificio de oficinas que utiliza Comfy comprobaron que 83 por ciento de los usuarios de la aplicación estaban entre “más” y “mucho más” satisfechos que antes.
Comfy forma parte de varios nuevos productos y aplicaciones diseñados para brindar una mayor personalización del clima en la oficina, permitiendo que quienes sufren el calor mantengan una brisa y quienes sufren el frío mantengan el aire al mínimo.
Cuando llegó por primera vez a las oficinas a comienzos del siglo XX, el aire acondicionado elevó la productividad y transformó la economía estadounidense. Ahora, acostumbrados a temperaturas agradables todo el año, los empleados de oficina se quejan por unos pocos grados: la temperatura es uno de los temas más polémico en los lugares de trabajo modernos, según una encuesta realizada por International Facility Management Association.
“El entorno térmico suele ser el mayor problema en los edificios de oficina”, dice Judith Heerwagen, psicóloga ambiental en la Administración General de Servicios estadounidense. “Las guerras por el confort nunca terminan”. Heerwagen, que fue investigadora en la Universidad de Washington, realizó varios estudios sobre confort en espacios de oficina. Según su investigación, sólo la mitad de las personas en una oficina determinada está contenta con el aire (o su ausencia) en cualquier momento dado.
Los factores en juego son demasiado numerosos y muchas veces demasiado contradictorios como para conciliarlos. Algunas personas son más friolentas que otras; algunas áreas de la oficina se calientan más rápido que otras; algunas tareas requieren más movimiento físico; algunas personas son masoquistas que creen (erróneamente) que las temperaturas frías aumentan la productividad.
Un termostato para toda la oficina en una sola temperatura puede resultar atractivo sólo a unos pocos. Una oficina no puede ajustar o no ajusta la temperatura a los caprichos de cada uno.
Cadi Thomas, que trabaja en el equipo de instalaciones, solía recibir reclamos constantes sobre áreas demasiado heladas o demasiado suaves. Ahora, en un mundo post-Comfy, ya no recibe quejas. Y no se trata solamente de las configuraciones de la temperatura. Tiene que ver con el control. “Parece funcionar como un efecto placebo porque da poder a la gente”, haciéndola sentir cierto control sobre su medio ambiente.