Si tienes una aplicación gratuita en tu smartphone, no te confíes: la descarga de costo cero no excluye pequeños pagos que podrías hacer sin darte cuenta. Se trata de los apps Free to Play (F2P) o Fremium, una nueva forma de hacer negocios en el mundo de los teléfonos inteligentes.
Según recoge El Mercurio de Chile, juegos como Candy Crush son de descarga gratis, pero aplican diversas estrategias que hacen que el usuario compre bienes virtuales para pasar a otros niveles y evitar los anuncios.
“Si un jugador quiere gastar mil dólares en el juego, puede hacerlo, lo que beneficia al vendedor, pero también al usuario que obtiene la experiencia que deseaba. En cambio, si el jugador no paga nada, el vendedor igual gana popularidad y publicidad”, señaló Alejandro Woywood, CEO de Amnesia Games al medio chileno.
El negocio es rentable: las compras dentro de estas app hicieron que el mercado Freemiun creciera 211% en 2013. En Android, Candy Crush, Farm Heroes Saga, Mineracraft Pocket Edition y Clash of Clans son las aplicaciones que obtienen mayor recaudación.
Los costos extras de los F2P se cargan de manera automática en las tarjetas de crédito de los usuarios que, muchas veces, no se percatan de estos descuentos. La situación se agrava cuando el problema afecta a sectores vulnerables a la publicidad de juegos de descarga gratuita, como los niños.
“Diseña un juego F2P se parece demasiado a una especie de vendedor-psicólogo que busca enganchar al usuario con ciclos cortos de desafíos y recompensas, y le pone pequeñas trampas para que compre justo cuando más enganchado está”, sostuvo Woywood en El Mercurio.
La gente es reacia a comprar un juego móvil por US$ 30, pero gasta mucho más cuando está dentro de un free app, explicó Daniel Winkler, gerente general de los juegos Iguanabee.
Sanciones y regulaciones
Este año, Apple devolvió US$ 32,5 millones por pagos involuntarios hecho por menores. iTunes se vio obligado a señalar qué aplicaciones pueden tener costos extras.
Ante la falta de transparencia, la Unión Europea ya planea establecer medidas para que los juegos presentados como gratuitos no induzcan a error en cuanto su costo real.